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martes, 23 de diciembre de 2008

Boca Juniors campeon Apertura 2008

El conjunto de Carlos Ischia es el ganador del campeonato tras perder 1-0 con Tigre, resultado que le alcanzó para quedarse con el triaungular final por diferencia de gol. Es el título número 23 para la historia del xeneize. Lázzaro hizo el único gol del partido.

Boca perdió, sufrió como nunca en los últimos años, pero es campeón. Cayó con el milagroso Tigre, pero lo hizo por apenas un gol. Por esa exigua diferencia se quedó con el Apertura que fue tan parejo que se terminó definiendo entre tres que apenas se sacaron ventaja. De todos modos, las palabras de merecimientos y justicia tienen fecha de vencimiento; la estrella 23 que ya ostenta el xeneize, no.
En el arranque, el miedo al paso en falso dominó la escena. Es que Tigre sabía que un gol tempranero lo dejaba fuera de todo y Boca que uno de su rival lo condenaba psicológicamente a sufrir. Por eso se pudo ver un encuentro con relativa intensidad, pero sin peligro alguno.
Tanto García como el debutante (a sus 27 años) Ardente estaban inalterables, cuando Figueroa quedó de cara al gol, pero el arquero de Tigre tuvo su bautismo de fuego en una buena intervención. Por esos momentos, Boca parecía más, pero el final trocó de dominador. Fueron los de Cagna quienes apuraron sobre el cierre con una seguidilla de centros en los que siempre prevaleció la defensa y con un tiro de Morel que fue recto a los brazos de García.
La segunda parte exigía el dejar de lado todo vestigio regulador de parte de Tigre. Es que se la tenía que jugar entero a ganador y lo hizo. Con lo que tuvo a mano y con lo que pudo. Sin ser más que su adversario pero con actitud para plantarse en su terreno y generar algo de escozor.
No tenía jugadas claras y Morel estuvo más preocupado por la protesta que por jugar, pero recibió una ayuda ajena. Un centro largo desde la izquierda fue al centro del área chica y García falló garrafalmente, como ante San Lorenzo. Lázzaro, el de los tantos trascendentales de Tigre, estuvo allí para marcar y silenciar a todos los boqueases presentes.
La reacción inmediata de Ischia fue la de sacar al chico García, quien entre sollozos salió de la cancha acusando una lesión de la que extrañamente no muchos tenían conocimiento. Entro el novel Ayala, quien jugaba su primer partido en Primera y nada menos que en los instantes clave de una final.
Tigre era el dominador moral de la situación. Estaba a un gol de la consagración y su rival estaba sumergido en una mezcla de nerviosismo y miedo a que se le escapase algo que tenía en el bolsillo. Nunca se extrañó tanto a Riquelme como en esos minutos en los que la pelota quemaba y nadie se hacía cargo de ella.
Boca, que ejerció la localía en Racing, recurrió a las nefastas artimañas de hacer tiempo. Escondió pelotas y sus jugadores tiraban el balón lejos tras los pitazos del árbitro (por eso se fue expulsado Palacio, quien además protestó). Así entre la impotencia de Tigre y algunas contras a favor, se diluyó un partido que terminó en celebración, pero que no tuvo nada de agradable para el campeón, que se consagró virtualmente el sábado pero que hoy sufrió como nunca, aunque paradójicamente festejó.
Texto y foto www.tycsports.com

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