Pocas veces el fútbol premia tanto al mejor. Es que quizás como nunca antes un equipo plasmó una idea y cosechó admiración y títulos por igual. Temporada perfecta (Copa, Liga y Champions) para un Barcelona perfecto que hoy se coronó ante Europa entera y, porqué no, el mundo en una final que resolvió con sencillez ante otro coloso como lo es el Manchester United, que asistió impotente a una nueva función de Messi y su banda.Justicia que es celebrada por toda Cataluña y por los amantes del juego por igual.
Cuando parecía que el Manchester lograba llevar el partido al terreno que lo supo hacer el Chelsea en semifinales (cortar circuitos e intentar contragolpear) apareció Eto´o, el que tenía lugar a principios de temporada, para meterse de guapo en el área y definir de punta. Gol y tranquilidad para los de Guardiola, que luego sí empezaron a tocar y tocar, mientras sus rivales debían apelar a un plan B que evidentemente no tenían.
Salvo cuando la pelota pasaba por el individualista Ronaldo, el Manchester no llegaba a verle la cara a Valdés. En cambio, el Barcelona intentaba llegar en bloque y al veloz ritmo del toque, tal y cual fue su estilo a lo largo del año.
Ferguson se dio cuenta que la cosa no le funcionaba y en el entretiempo lo puso a Tevez en el lugar de Anderson. El ímpetu de Carlitos duró poco para los ingleses, que progresaron en el terreno, pero se quedaron en eso. Es que si el Barcelona sale de contra lo más seguro es que hiera o mate. Así pasó, en una contra donde se invirtieron los roles. Eto´o la manejó y Messi concretó con un sutil cabezazo al palo opuesto de Van der Sar.
Corolario ideal para una temporada que no deja resquicios respecto a la calidad de Messi, un jugador de excepción que de estar para grandes cosas pasó a ganarlas.
Lo que quedó fue para que el toque desate la fiesta de los culés presentes en la mítica Roma y que el Manchester plasme su impotencia en patadas, arteras algunas de ellas como las de Ronaldo y Scholes, quienes vieron apenas sendas contemplativas amarillas.
Entonces llegó el final, el festejo y la algarabía de sumar una tercera copa para un Barcelona que continúa escribiendo la historia del fútbol bien jugado, donde un argentino es su máximo exponente.
Texto y foto www.tycsports.com
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