Lanús tuvo su gran fiesta con la consagración en el Apertura. Allí celebró como nunca, bebió, comió, bailó, estiró la noche hasta que salió el sol y siguió hasta que cayó rendido, cansado de tanta vorágine festiva. Luego, claro, se despertó con la boca pastosa, dolor de cabeza y todos los síndromes de una resaca que delataba excesos. Eso es lo que está pagando ahora este equipo de Cabrero que continúa resacoso y del que en esta ocasión se aprovechó Arsenal con un abrumador 6-2.
Hoy Cabrero decidió poner a todos los suplentes, entre ellos el arquero Flores que hacía tres años y medio no jugaba. La apuesta salió mal desde el vamos, porque a los cinco minutos, Calderón bajó una pelota para Leguizamón y éste definió contra un palo. Unos instantes después, Garnier cabeceó al gol un centro de Yacuzzi y Flores volvió a tocar la pelota, pero para buscarla al fondo. Allí salió algo de vergüenza en los pibes granates que merodearon el descuento, pero un tiro de lejos de Garnier, se desvió y Flores volvió a sacarla desde su arco. Como si fuera poco, Leguizamón con un cabezazo sí encontró las manos del uruguayo pero el balón se le escurrió para otra vez besar la red.
Para el complemento, Lanús se perfiló como para remontar. Descontó con un rebote de Sigali e ilusionó con un buscapié de Ramírez que se metió en el arco sin necesidad de cumplir con su intención.
Hasta la poca gente que concurrió a la cancha se animó a cantar en pos de una remontada que encontró su final con el gol de Biagini y el posterior penal de Cuenca, que fue el colmo de Flores en una noche funesta.
Arsenal levantó un poco la cabeza y también se aprovechó de este final de fiesta granate que mucho se parece a una pesadilla.
Texto y foto http://www.tycsports.com/
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