Reaccionó tras la goleada sufrida ante Lanús y, con oportunismo y buenas actuaciones individuales, consiguió el primer triunfo en la era Gallego. Todas las emociones fueron en el inicio: De Federico (PT 9m) puso en ventaja a los de Cappa. Mancuello (PT 11m) y Montenegro (PT 13m) lo dieron vuelta en favor del Rojo. Fue expulsado Domínguez en el Globo, que mereció más.
Le urgía levantarse, a Independiente. La goleada sufrida la fecha pasada había pegado duro en el orgullo del equipo y, sobre todo, de Américo Gallego, que en su regreso al Rojo tuvo una hostil bienvenida de parte de Lanús. El resto es historia conocida: el Tolo cuestionó con dureza a sus jugadores en público y excluyó al uruguayo Guillermo Rodríguez y a Mareque (Núñez se salvó y jugó debido a la lesión del colombiano Moreno), quienes ni siquiera fueron al banco. El horno no estaba para bollos en la parte de Avellaneda que le pertenece a Independiente. Por eso era tan necesaria una victoria. Y el equipo respondió en la cancha: se sobrepuso a la desventaja inicial y, sustentado en algunas actuaciones individuales destacadas, sumó tres puntos que le permitirán vivir una semana tranquila.
Más que merecido, Independiente fue un ganador legítimo. Tantas veces cuestionado por su debilidad anímica ante el mínimo cachetazo, el ocasional anfitrión en casa de Huracán afrontó el partido con carácter y determinación. La desventaja inicial, tras una buena definición de De Federico a un centro atrás del venezolano César González, lo envalentonó y le hizo aflorar lo mejor de sí. Tanto que cuatro minutos después ya había revertido el marcador: primero apareció Mancuello para aprovechar un error de Bolatti e igualar con un furibundo zurdazo al primer palo para su segundo gol consecutivo. Y luego llegó el turno de Montenegro, la figura del equipo, para capitalizar con un frentazo un buen centro de Machín.
Tranquilamente Huracán pudo haber torcido la historia, porque jugó bien en ataque y dispuso de varias situaciones para convertir. No obstante, le faltó lo que tuvo Independiente: oportunismo. Y se topó con una muy buena tarea de Assmann, la figura del partido.
Amén de que las emociones fuertes se produjeron en el inicio, casi la totalidad del desarrollo tuvo un ritmo vertiginoso, producto de dos equipos audaces y con falencias en la marca. Huracán se equivocó más en el fondo y lo pagó caro. Independiente pifió en menor medida, pero también contó con una sólida tarea de Gioda. También se destacaron Mancuello y Montenegro, sobre todo en el primer tiempo, cuando el cuadro dirigido por Gallego exhibió su mejor cara.
Huracán fue más en el segundo tiempo. Porque a la destacada labor de De Federico se le sumó Pastore, quien tardó en enchufarse, pero cuando lo hizo le provocó algunos dolores de cabeza a la estructura defensiva local. Claro que una vez más el Globo padeció una floja actuación de Bolatti, muy errático en las entregas y casi siempre desacomodado cuando Independiente lanzaba contragolpes en velocidad.
Hubo tiempo para la expulsión de Domínguez, quien vio la segunda amarilla por un manotazo a Montenegro, aunque debió ser echado en el arranque por un descalificador codazo a Núñez (debió salir en la primera mitad por un golpe en el tobillo tras una violenta infracción de Goltz, quien ni siquiera vio la amarilla). Toia dirigió muy mal: no cobró un penal para Independiente tras una falta de Monzón a Mazzola y tampoco le mostró la roja a Ríos por un alevoso foul a César González.
Ganó Independiente y estuvo bien. Le sirvió para despertarse, calmar los ánimos y –por qué no- para mantenerse con expectativas, merodeando los primeros puestos de la tabla. El Rojo corroboró una vez más que Parque Patricios le sienta bien: allí obtuvo cuatro triunfos (todos en cadena) y un empate desde el inicio del campeonato. Huracán, esta vez, no pudo sacar pecho en su barrio.
Texto y foto http://www.tycsports.com/
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