La derrota de Boca ante Cuenca, en la altura de Ecuador, no debería causar demasiados problemas al Xeneize. Es que el conjunto de Carlos Ischia continúa primero del Grupo 2, con 12 puntos y una diferencia de gol igual a la de su rival de hoy, y sólo puede quedar eliminado de la Copa Libertadores si pierde ante Táchira por tres goles de diferencia, el próximo jueves en La Bombonera, y si además gana Cuenca. Algo que, en un principio, parece difícil de concretarse.
Pero la derrota de Boca ante Cuenca sí puede causar problemas al Xeneize si se tienen en cuenta los errores que cometió el equipo. Errores que, al fin y al cabo, viene repitiendo hace tiempo. Poco juego asociado, falencias defensivas y otro tipo de desatenciones que estaban siendo tapadas por los resultados conseguidos gracias a las apariciones momentáneas de las estrellas del plantel. La última victoria de Boca fue justamente por la Copa, hace dos semanas ante Guaraní; después hubo una derrota ante Estudiantes y un empate en el Superclásico, que se suman a la caída frente a los ecuatorianos.
Los dirigidos de Ischia salieron al campo sin demasiadas pretensiones, como esperando el ataque de un rival que nunca iba a llegar. En ambos equipos reinaron las imprecisiones: del lado del visitante nadie logró cumplir el rol de conductor. Así, con un espectáculo de lo más ordinario, ninguno logró sacar diferencias hasta el epílogo. La más clara del primer tiempo estuvo en los pies de Pablo Mouche, tras un contraataque rápido manejado por Nicolás Gaitán, pero el delantero de Boca no pudo definir cómodamente y el arquero mandó la pelota al córner.
Lo curioso es que la defensa xeneize tuvo problemas para contener a dos atacantes que prácticamente no atacaron. Facundo Roncaglia y Ezequiel Muñoz no pudieron hacer pie. En l gol, Roncaglia permitió darse vuelta a Teixeira como si nada, y, además, Roberto Abbondanzieri podría haber hecho algo más ante el remate defectuoso de Edison Preciado. El empate lo tuvo Ricardo Noir, recién ingresado, pero su disparo cruzado se fue apenas desviado.
Boca es uno con Riquelme y otro sin él. Y contra Cuenca volvió a demostrarlo. El local mostró fragilidad en todas sus líneas, pero aun así se quedó con los tres puntos y sigue soñando con el pasaje a los octavos de final. De todas maneras, en el Xeneize no deberían encender la alarma: se sabe que Boca es Boca y que cuando juega la Copa está en su salsa. Sólo una tragedia podría dejar al equipo más copero del continente eliminado del certamen. Habrá que esperar hasta el jueves.
Texto y foto www.tycsports.com
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