Con una actuación brillante, llena de emoción y madurez, Angel Cabrera consiguió el mayor logro al que puede aspirar un golfista: el Masters de Augusta. El Pato, que ya sabía de grandes hazañas luego de conquistar el US Open de 2007, se metió en la pelea desde el inicio del torneo y mantuvo su nivel hasta un final apasionante, en donde tuvo que jugarse la gloria frente a los locales Kenny Perry y Chad Campbell.
El cordobés de Villa Allende, que llegó primero a la vuelta de hoy, empezó con un birdie en el hoyo 3, pero enseguida falló en el 4 y en el 5. Cuando un nuevo bogey lo complicó en el 10, su suerte pareció echada. Pero Cabrera bien sabe de epopeyas, y se metió en la lucha con aciertos en el 13, 15 y 16. Perry, que venía como único líder, flaqueó con bogeys en el 17 y el 18 y ambos terminaron con 71 (uno bajo el par), mientras que Campbell se metió en la definición con una buena tarjeta de 69 (-3). Los tres terminaron arriba con 276 (-12) y, en la otra punta de la clasificación, quedaba el otro argentino, Andrés Romero, 48° con 297 impactos.
El desempate en el hoyo 18 empezó mal para el argentino: en la salida envió la bola detrás de un árbol. Pero otra vez se sobrepuso el Pato para sacar el esférico con efecto y maestría de tan incómodo sitio, e igual terminó en el par con 4 junto a Perry, mientras que a Campbell la pelotita le jugó una mala pasada en su impacto decisivo besando el borde del hoyo y pasando de largo para dejarlo sin chances.
Por el contrario, ya desde el inicio de la disputa de hoyo 10 Cabrera empezó con ventaja. Sus prolijos tiros frente a los inconvenientes que desembocaron en el bogey de Perry le permitieron llegar con tres golpes de margen al final, y el Pato no falló en el segundo para llevarse toda la gloria.
Así, Cabrera escribe su nombre como el mejor golfista argentino de la historia. Y reivindicó a su antecesor, Roberto De Vicenzo, quien se había consagrado en el British Open 1967 y, en 1968, vio cómo se le escapaba Augusta por un error de notación en su tarjeta. Pero a partir de ahora, esa frustrante historia queda saldada en el libro de oro del deporte nacional gracias a ese cordobés de chaqueta verde que hoy tiene el mundo a sus pies.
Texto y foto www.tycsports.com
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