El plan fue anunciado por Cristina y consiste en distribuir 10.000 kg de carne por día a precio bajo.Es una ínfima cantidad si se compara con los 6,6 millones que se venden diariamente
El proyecto “Carne para todos”, lanzado el martes por la presidenta Cristina Kirchner, debería llamarse “carne para pocos”. O mejor todavía “un negocio para pocos”. Sucede que los 10.000 kilos de cortes baratos que se prometieron volcar diariamente en el mercado equivalen a solo 0,15% del consumo total del país. Y quienes se benefician con el operativo forman parte de un selecto grupo empresario favorecido por el secretario de Comercio, Guillermo Moreno, sin que medie una resolución y mucho menos una licitación pública.
El proyecto tuvo una generosa difusión oficial, pero ningún funcionario del Estado, salvo Moreno, intervino en su diseño ni velará por su ejecución. Según informó el Gobierno, desde las próximas horas cinco camiones refrigerados recorrerán las barriadas más populosas vendiendo 13 cortes vacunos a precios sugeridos por el poderoso secretario. Dos de esas “carnicerías móviles” se estacionaron este martes en Plaza de Mayo para el lanzamiento del programa. La presidente podía comprar allí un kilo de asado a 10,50 pesos, un valor imposible pues el precio de mercado lo duplica y hasta triplica.
Detrás de Cristina, el martes, se encontraba un empresario llamado Ricardo Bruzzese. Precandidato a intendente de La Matanza por un sector del kirchnerismo, Bruzzese es dueño de una red de carnicerías que funciona bajo el paraguas de una firma llamada “Don Corleone SA”.
Es el artífice -y el principal beneficiario- de semejante milagro económico.
En realidad, no hay milagro ni nada por el estilo. Cuatro fuentes del sector frigorífico consultadas ayer por Clarín coincidieron en apuntar que ese grupo puede vender tan carne a tan bajo precio únicamente porque recibe una generosa porción de la “barata”.
En la jerga carnicera todos saben de qué se trata. La “barata” está formada por los cortes vacunos que varios frigoríficos envían cada semana, a precios mucho más bajos que los reales, a ciertos supermercados y otros puntos de venta definidos por Comercio Interior. Pierden plata, claro. Pero solo cumpliendo las órdenes de Moreno esos frigoríficos se aseguran acceder a los permisos de exportación (ROE), que administraba la ex ONCCA pero define Moreno.
Con ese sistema, que tampoco fue establecido por una resolución formal, el custodio de los precios se asegura que los supermercados ofrezcan una pequeña dosis de carne a los “precios oficiales”, que son luego se toman como base para construir el índice de inflación.
Según las fuentes, los frigoríficos exportadores envían a la “barata” de 400 a 500 toneladas por semana.
La Argentina consumirá este año 2,3 millones de toneladas, equivalentes a unas 6.000 toneladas por día, o unas 40.000 por semana. Queda claro que la “barata” tiene un efecto más testimonial que efectivo sobre los precios.
Al lanzar “Carne para todos”, el Gobierno informó que los camiones ofrecerán “hasta 10.000 kilos diarios” de estos cortes baratos, es decir entre 50 y 70 toneladas a la semana. Esa cantidad es todavía más insignificante respecto del consumo real de la población.
Pero lo que empalidece todavía más el anuncio presidencial es que, sin que medie normativa alguna y mucho menos se respeten las reglas básicas del Estado, se favorezca a determinado grupo económico en detrimento de otros. “Estamos cansados de que algunos hagan negocio a costa nuestra”, dijo ayer uno de los empresarios que todas las semanas envía el lote de carne “barata” exigido por Moreno. Luego reveló que vende el asado a ese destino a 8,70 pesos más IVA (10,5%), es decir a unos 9,50 pesos por kilo.
Un peso por debajo de lo que después el sistema de Moreno se lo ofrece al público.
El titular de Don Corleone SA no tiene frigorífico propio, pero por obra y gracia de este operativo se garantiza una buena cantidad de carne que le proveen a precio de remate otros establecimientos.
Con oficinas en Puerto Madero, Bruzzese muestra en los últimos meses un ostentoso pasar. Al menos dos fuentes aseguraron que en realidad su principal negocio consiste en “desviar” parte de la “barata” que recibe hacia fábricas de chacinados y hamburguesas, a las que les cobraría los precios reales del mercado . Pero como no existen ni reglas ni instancias de control, no hay manera de probarlo.
Recién hace poco tiempo este comerciante pudo incursionar en el territorio de los frigoríficos. Alquiló la planta de Plomer, de Las Heras. El dueño de ese establecimiento también recibe parte de la “barata” de Moreno, pero se limita a venderla únicamente en el Mercado Central. Se trata del matarife Alberto Samid, quien ayer calificó el flamante plan “Carne para Todos” como “un gesto extraordinario” del Gobierno nacional.
Cadena de beneficios
Desde 2008, para poder exportar los frigoríficos deben obtener permisos del secretario Guillermo Moreno. A cambio, éste les exige que envíen carne por debajo de su valor, a los precios oficiales.
La “barata” de Moreno, de unas 400 toneladas de carne por semana, se reparte entre varios supermercados. Pero también reciben una porción los distribuidores que armaron el “Carne para todos”.
Los frigoríficos ahora denuncian que esos operadores cercanos a Moreno se aprovechan de la situación y desvían esa carne hacia otros destinos, donde la venden a los precios reales.
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