¿Se puede hacer cuatro goles y no ganar? ¿Entran en 90 minutos ocho goles, un penal y un récord? Para Vélez y Boca todo eso fue posible esta noche en Liniers. Terminaron 4-4 en un desarrollo vibrante en el que virtudes y falencias se combinaron de forma tal que desembocaron en una marea de goles y emociones. Y con una frutilla para la estadística.
En el primer tiempo, ambos conjuntos tuvieron sus momentos favorables, el local cuando la pelota pasó por los pies de Maximiliano Moralez y la visita cuando se iluminó Juan Román Riquelme, que fue poco pero determinante.
En el inicio, si bien el Fortín controlaba el balón y buscaba golpear por los costados con los avances de Nicolás Cabrera y Víctor Zapata, más la aparición siempre libre y movediza de Moralez, fueron los de Abel Alves los que llegaron con mayor claridad, como con un cabezazo de Nicolás Gaitán que sacó Germán Montoya.
Sin embargo, a los 12 minutos, los de Ricardo Gareca golpearon mediante el juego aéreo: Nicolás Cabrera ejecutó un tiro libre desde la izquierda y Zapata cabeceó alto y a la derecha de Javier García para poner en ventaja al dueño de casa.
De a poco, Boca comenzó a buscar más a Riquelme como eje de su juego. Y a merodear el arco de Montoya. Como a los 25, cuando Néstor Pittana cobró un dudoso penal de Pablo Lima sobre Nicolás Gaitán. Parecía que Martín Palermo iba a alcanzar el récord de Roberto Cherro como goleador histórico xeneize, pero ejecutó el tiro muy al medio y se lo tapó el arquero.
Pero los de La Ribera siguieron intentando y, a los 36, Luciano Monzón se fue por la izquierda, Sebastián Domínguez rechazó muy mal y se la entregó para que anotara desde un ángulo cerrado. En unos instantes de máxima emoción, Santiago Silva casi hace pasar a Vélez al frente con un cabezazo desviado y, a los 38, Riquelme habilitó a Palermo desde la izquierda y el Loco se tomó revancha ante Montoya y alcanzó la historia con 218 gritos en Boca.
El complemento también arrancó para el infarto. Con un local netamente volcado al ataque, Silva desperdició un cabezazo que pegó en el travesaño y otra gran jugada que terminó con un disparo desviado. Aunque a los 11 la contundencia apareció en el otro arco, cuando Gaitán entró por izquierda y anotó el tercero.
Lejos de dar por terminado el pleito, Vélez se propuso ir con todo ante el evidente conformismo de su rival. García se agrandó ante Silva y Rodrigo López, en un bajo nivel, intentó por izquierda pero metió un centro que diluyó una buena jugada. Hasta que a los 17, Moralez mandó un tiro libre pasado desde la izquierda, la metieron con un cabezazo y Silva descontó desde el área chica. El gol no hizo reaccionar a la visita, que perdió a Palermo por una contractura en el glúteo izquierdo y continuó totalmente errante en el campo de juego y entregado a una eventual igualdad. García se lo tapó a López y Silva desperdició otro cabezazo. Y a los 29, cuando se encendió Moralez, otra vez se infló la red: el Enano pasó por la izquierda en una enorme jugada y asistió al ingresado Juan Manuel Martínez para lograr el empate. A los 39, la alegría del local fue completa: pelotazo para Silva y el uruguayo que define bajo y a la red mano a mano con el arquero. Partidazo.
Aunque aún faltaba un capítulo más en este encuentro para el recuerdo. Por primera vez en el trámite, Vélez pretendió sacar el pie del acelerador y cuidar la ventaja, pero a los 43 Monzón entró por izquierda, tapó Montoya y en el rebote Gary Medel anotó el cuarto. Octava y última bola de la noche.
El final llegó así con una mezcla de sensaciones. ¿Quién había ganado y perdido más con el empate, Vélez o Boca? Difícil de responder. El ganador absoluto, con total seguridad, había sido el fútbol.
Texto y foto www.tycsports.com
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