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domingo, 7 de marzo de 2010

Torneo Clausura 2010 - Independiente 2 River Plate 0

El Rojo se impuso por 2-0 sobre el Millonario en Avellaneda, acumuló tres victorias al hilo y desplazó a Godoy Cruz de lo más alto. Darío Gandín (PT 38m) y Andrés Silvera (ST 15m) marcaron para el equipo de Gallego, que potenció su ilusión y hundió en la decepción a los de Núñez.

En medio del desierto en el que sufren los otros cuatro grandes, la ilusión de Independiente cada vez florece con mayor intensidad. El Rojo venció por 2-0 a River con un par de dosis de su contundencia y se convirtió en el único puntero del Torneo Clausura. Además, los dirigidos por Américo Gallego hilvanaron tres victorias al hilo sin recibir goles. Para los de Leonardo Astrada sólo quedó decepción, la habitual sensación que había sido levemente disipada tras el agónico éxito ante San Lorenzo.
Luego del caluroso recibimiento que disfrutó Independiente, arrancó un partido signado por una gran paridad. Se sabía que la propuesta del Rojo iba a ser audaz como siempre. En cambio, sorprendió ver a un River concentrado que presionara tan arriba. Astrada, que sorprendió con las inclusiones de Mauro Díaz y Rogelio Funes Mori, se preocupó por impedir una clara salida de su rival desde el fondo y presionó tanto a Lucas Mareque como a Walter Acevedo, las principales vías de gestación del local.
En un panorama equilibrado y un desarrollo de juego muy veloz, el Millonario mostró un mejor funcionamiento en el comienzo y a los 16 tuvo su primera jugada de riesgo. Matías Abelairas se escapó por izquierda y sometió con un fuerte disparo al arquero Adrián Gabbarini, que dio un rebote que tampoco pudo aprovechar Gustavo Canales. El conjunto de Núñez supo dañar por ese sector donde hacían agua Walter Busse y Luciano Vella. Más tarde, el asistente Roberto Reta salvó al Rojo de un mano a mano de Funes Mori, a quien vio erróneamente inhabilitado tras un achique de la defensa. Pese a que Américo Gallego había repudiado el adelantamiento de la defensa para jugar al offside, su equipo aplicó ese recurso como un método durante casi todo el primer periodo.
River, que cuando atacaba confeccionaba un 4-2-2-2 con Rojas cerrado para dejarle el callejón a Paulo Ferrari, volvió a exigir a Gabbarini con un disparo del volante guaraní. Nada hacía presagiar lo que sobrevendría en Avellaneda. A los 38, Acevedo dibujó un pase alto que quedó en los pies de Darío Gandín, quien picó habilitado por Juan Manuel Díaz y sometió a Daniel Vega con un derechazo. Justo el Chipi, criticado por sus hinchas, le daba una ventaja fundamental a su equipo en un duelo apretado. A poco del entretiempo, Gabbarini le dijo no a Canales y sostuvo esa exigua diferencia.
Con el 1-0 a favor, Independiente empezó a cursar el examen de administración de ventajas, ese que había aprobado con lo justo ante Racing y Tigre. El Tolo insistió para que su equipo no se metiera atrás y tuvo eco, ya que el Rojo supo contener los tibios ataques del rival con sacrificio colectivo y apostó por la tenencia de pelota. Cuando iban 15 del complemento, Independiente aumentó la diferencia con una gran jugada que se gestó con una pared entre Ignacio Piatti y Busse, quien desbordó por derecha y envió un centro que Andrés Silvera transformó en gol. Una cabal demostración de lo que pueden hacer un puñado de jugadores con buen pie si les dan espacios.
La intención de cada equipo quedó a la vista tras la danza de los cambios. Astrada volvió a depositar su esperanza en la pegada de Gallardo y en la velocidad de Villalva. Por su parte, Gallego buscó mayor contención con Vittor por Busse y recambio de puntas con Núñez y González por Gandín y Silvera. La pobreza del Millonario, ya sin la nitidez del entusiasta inicio, no fue suficiente para rasguñar siquiera a la estructura defensiva roja.
Independiente dio muestras de que aprendió de las lecciones. Una de ellas, defenderse con la pelota y no acurrucarse atrás, hoy se la estudió a pleno. Si bien aún queda mucho por recorrer, el equipo de Avellaneda consiguió un respaldo anímico clave para seguir en la búsqueda de la ansiada gloria, esa que no conoce desde finales de 2002. En cambio, River dejó atrás su breve luna de miel para retornar al pantano de dudas donde habita desde hace casi dos años.

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