Parecía que Boca continuaba su fiesta luego del triunfo en el Superclásico, pero la sonrisa le duró poco y se le fue con cuatro durísimos cachetazos. Y quién diría que el causal de esa humillante derrota iba a ser este Chacarita, que pena porque su promedio lo tiene en zona de descenso directo y que tuvo el debut como entrenador de Mauro Navas, otro al que esta jornada le resultará imposible de olvidar.
Es que nadie en cancha de Huracán, ni el más entusiasta hincha funebrero, habrá imaginado el desenlace con una goleada histórica 4-1 después de que Boca se fuera al descanso 1-0 arriba y Chaca se mostrara sin espíritu ni reacción. Pero al local le bastó un segundo tiempo de concentración y empuje para desnudar las flaquezas de un Xeneize blando tanto en el fondo como en ataque.
El conjunto de Navas, que tuvo una buena actuación de Federico Vismara en el medio bien acompañado por Alejandro Frezzotti y Diego Morales, arrancó algo mejor. Mariano Echeverría avisó de cabeza en los mejores minutos del local, aunque de a poco sus intenciones se fueron desdibujando.
Como contrapartida, en el Xeneize se empezaron a ver algunas pinceladas de Juan Román Riquelme y una creciente peligrosidad de Nicolás Gaitán cuando bajaba a buscar el balón. Y así, a los 28 y en su primera llegada, golpeó la visita cuando Riquelme le metió un pase profundo a Matías Giménez para que defina a la derecha de Nicolás Tauber.
Después del gol aparecieron los mejores instantes de los de Abel Alves ante un rival sin respuestas. Martín Palermo cabeceó al travesaño y Giménez quedó mano a mano con Tauber, el arquero dio rebote y definió afuera de carambola y luego volvió a exigir a Tauber.
Sin embargo, el complemento arrancó con los roles cambiados: Chaca fue el que salio dispuesto a torcer el rumbo del pleito con sus puntos altos fortalecidos y Boca el que se distrajo y cometió errores que le costaron muy caros. Al minuto, Jorge Núñez apareció muy solo por izquierda y sacó un remate potente hacia el segundo palo que Facundo Parra alcanzó a desviar en las narices de Javier García para decretar el empate.
Y a los nueve, otra jugada accidentada terminó por variar la historia. Emanuel Centurión apuró a García, quien quiso salir y se le fue la pelota entre las piernas, y cuando Morales se aprestaba a convertir Julio Barroso le cometió penal. Saúl Laverni no falló en cobrarlo, pero sí al expulsar erróneamente a Ezequiel Muñoz.
A los diez, Parra ejecutó desde los 12 pasos y García atajó con las piernas arrojándose a su izquierda, pero en el rebote y de cabeza, Nicolás Ramírez convirtió el segundo. Enseguida, Riquelme esbozó un remate desviado, pero desde entonces Boca no iba a llegar más y su peor tarde comenzaría a tomar forma.
Las desatenciones del fondo de los de La Ribera y el domingo inspirado de los funebreros para aprovecharlas tuvieron otro capítulo a los 36, cuando Sciorilli habilitó muy bien desde la derecha a Parra para que, en soledad, definiera por lo bajo ante la salida de García para definir el pleito. Pero al desarrollo aún le faltaba una entrega más, con el gol que llevó los ánimos xeneizes al punto de ebullición. Sciorilli recibió por la izquierda, se acomodó y la picó en forma exquisita sobre el arquero al segundo palo. Golazo y nada más que agregar. Sólo la posterior expulsión del Cebolla le agregaría otro aliciente a un partido para el recuerdo.
El resultado le significó así a Chacarita un gusto soñado que le devuelve la esperanza de cara al difícil objetivo de que su equipo salga de la zona de riesgo. Para Boca fue una crudísima forma de romper la burbuja de la alegría ante River y volver a transitar una muy pobre realidad.
Texto y foto www.tycsports.com
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