Pasaron cuatro días desde la tormenta y la suspensión, y esta tarde en la Bombonera se renovaron las esperanzas de los dos equipos más grandes del fútbol doméstico de festejar, de explotar en un grito de triunfo en medio de un presente realmente opaco. Con la vuelta de Maradona a la Bombonera luego de más de un año, Boca fue más en el Superclásico por los puntos, se impuso por 2-0 y le asestó otro gancho al estómago a este pobre River.
Poco entregaron ambos equipos en el primer tiempo. Aunque el Millonario tuvo la primera aproximación seria a los seis minutos con un centro de Ferrari que Gallardo no logró conectar de cabeza ante la buena marca de Muñoz, el conjunto local fue algo más en esos 43 minutos iniciales, sobre todo porque tuvo más tiempo la pelota, mostró más actitud y ganó en los mano a mano.
Sin embargo, el elenco de Alves evidenció serios inconvenientes para encontrar precisión por abajo, quedó mal parado en un par de contras del rival y no logró desnivelar por las bandas. Por su parte, la visita no consiguió adelantarse en bloque y sus tres jugadores de ataque quedaron demasiado aislados. Almeyda se tiró mucho hacia adentro y Ferrari pasó realmente poco.
El Xeneize había tomado la pelota, pero todavía no había generado peligro pese a la movilidad de Riquelme, la presión de Méndez y los arranques de Gaitán. Pero a los 13, Ahumada cometió una tonta infracción en el borde del área, Román le pegó de arrastrón y el chileno, que partió en una posición dudosa, la empujó de cara a un Vega totalmente clavado en la línea del arco.
Boca siguió apretando con más ímpetu que otra cosa, raspó y fue empujando a River contra su arco. Pese a ganar algunos metros, el local careció de explosión. Giménez pasó inadvertido, Medel ganó en los cruces defensivos pero no sumó en ofensiva y Riquelme fue sólo el centro del gol y un toque sutil por arriba del travesaño tras una asistencia de Gaitán.
Por su parte, Gallardo trató de transformarse en el conductor, aunque recibió siempre de espaldas y perdió constantemente frente a Méndez y Luiz Alberto. ¿Rojas? No aportó absolutamente nada en ataque y apenas colaboró en defensa. Las única, realmente clara, la tuvo Funes Mori a los 29, pero el joven delantero se la entregó en las manos a García, quien achicó acertadamente.
El Xeneize volvió a mostrar sus colmillos en el inicio del complemento y a los 30 segundos avisó con un puntazo de Palermo que Cabral despejó al córner. Y a los tres, Monzón tomó la lanza desde la mitad de la cancha, llegó hasta el fondo y la puso atrás, Gaitán se abrió de piernas y Medel, desde la medialuna, la clavó contra el poste derecho de Vega.
¿Definido? Absolutamente. El Millonario no tuvo jugo, no tuvo actitud, jamás puso en jaque a una de las defensas más vapuleadas del campeonato y apenas probó las manos de García, quien redondeó otra buena actuación, y esta vez dejó su arco en cero. Es verdad que Funes Mori lo tuvo abajo del arco a los 15 y que su definición fue muy pobre, pero nada más.
A partir del segundo tanto, Boca bajó un poco la intensidad y le entregó la pelota a su rival, quizás porque se daba cuenta que enfrente había poco para temer. Algún que otro centro que Canales -de los más rescatables de la visita- conectó de cabeza le puso algo de pimienta a un final que estaba escrito en cada rincón de la Bombonera.
Astrada tardó en cambiar y cuando lo puso a Villalva ya era muy tarde. Igualmente, el joven delantero no tenía mucho para agregarle a un River tan deslucido, tan entregado. A Boca, para completar la fiesta, le faltó el gol récord de Palermo, quien tuvo un cabezazo que pasó cerca. La mala para Alves: la expulsión de Medel. Pasaron cuatro días. La tormenta se mudó a Núñez.
Texto y foto www.tycsports.com
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