A través de la derogación de un decreto y su reemplazo por otros dos, el Gobierno creó una ventana de tiempo que fue rápidamente aprovechada para conseguir lo que la Justicia había congelado y la oposición se negaba a convalidar: la transferencia de reservas del Banco Central para pagar vencimientos de la deuda externa.
En el discurso con el que inauguró las sesiones ordinarias del Congreso, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner anunció que había derogado el decreto de necesidad y urgencia 2010 con el que había ordenado la creación del polémico Fondo del Bicentenario. Ese decreto fue congelado por la Justicia y era resistido por la oposición que se aprestaba a rechazarlo en el Parlamento, Por eso, el anuncio fue celebrado inicialmente como "un triunfo" de la resistencia legislativa.
Pero Cristina también anunció que ya había firmado otros dos decretos. Uno de ellos, "simple", para el pago a organismos multilaterales de crédito y sustentado en el DNU de 2005 luego ratificado como ley que permitió el uso de reservas para pagar la deuda con el Fondo Monetario Internacional. El otro, un nuevo DNU (de Necesidad y Urgencia), para cancelar vencimientos con tenedores particulares de deuda argentina. Entre los dos, suman exactamente los 6.569 millones de dólares previstos en el Fondo del Bicentenario.
Al derogar el DNU del Fondo del Bicentenario, se cayeron automáticamente las medidas cautelares que había dictado la Justicia. Y el nuevo DNU señala en su texto explícitamente que es "operativo" desde el mismo momento de su dictado (es decir, que no necesita antes ser publicado en el Boletín Oficial), con lo que se le dio tiempo al directorio del Banco Central para que se reuniera antes de que la oposición presentara algún nuevo amparo e incluso antes de que se enterara de la jugada.
Después del festejo inicial, la oposición salió a advertir sobre la maniobra kirchnerista. Pero, frente a periodistas de Clarín, el ministro del Interior, Florencio Randazzo, dio muestras de confianza: "La discusión es abstracta porque los fondos ya están siendo transferidos". De hecho, mientras Cristina estaba hablando en el Congreso, el directorio del Central aprobaba la operación.
De inmediato, el Central abrió dos cuentas a favor del Tesoro a las que giró los más de 6.500 millones de dólares. En una, destinada a los pagos al BID y el Banco Mundial, despositó US$ 2.187 millones; a la otra, para pagarle a los tenedores particulares de títulos públicos, transfirió los 4.382 millones de dólares (casi 300 más que los que anunció Cristina en el Congreso) del nuevo DNU.
Con la maniobra de derogar un decreto y reemplazarlo por otros, el Gobierno buscó poner fin al brete en el que se había metido en diciembre cuando anunció la creación del Fondo del Bicentenario por un DNU, una crisis que dejó en el camino a Martín Redrado como presidente del Central (hoy reemplazado por Mercedes Marcó del Pont) y le costó al Ejecutivo una serie de reveses judiciales. Y, sobre todo, logró hacer efectiva una decisión que mantenía trabada la Justicia sin tener que recurrir a un Congreso que acaba de iniciar un período en el que la relación de fuerzas le es adversa.
Texto y foto www.clarin.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario