Era un duelo entre equipos golpeados y que aún no habían festejado en el Clausura. Y terminó en una goleada por 4-1 de Tigre sobre Racing en Victoria, que decretó el festejo del conjunto, pese a todo, menos procupado: su víctima agudiza sus urgencias en la tabla del descenso, que lo ubica en la zona de Promoción.
Fiel a su sufrido estilo, La Academia no tuvo ni tiempo de acomodarse cuando, a los cuatro minutos de juego, su defensa volvió a dar ventajas aéreas y permitió que, tras un córner pasado desde la izquierda, Leandro Lázzaro la metió desde la derecha y Néstor Ayala saltó para definir alto y de cabeza.
El Matador había arrancado mejor, aderlató sus líneas y capitalizó con peligro el golpe acertado de entrada. No fue casual que Pablo Jerez obligara a Pablo Migliore al esfuerzo con un zapatazo rasante, ni que Norberto Paparatto también le diera trabajo al arquero que Ricardo Caruso Lombardi dispuso para reemplazar a Gustavo Campagnuolo.
Sin embargo, a los 19, sin haber reunido méritos, un acierto de Franco Sosa (con error de Daniel Islas como condición), emparejó la balanza. El volante de la visita tenía un tiro libre desde la izquierda y, cuando todos esperaban el centro, clavó la pelota alta por sobre el adelantado arquero.
Pero el conjunto de Diego Cagna continuó intentando (Migliore le desvió un tiro a Lázzaro), y a los 33 Rodolfo Arruabarrena también se animó por izquierda, lo cruzó Matías Martínez y Gabriel Brazenas compró la muy dudosa caída del Vasco. Matías Giménez no perdonó con un disparo bajo y a la derecha de Migliore y el local estaba arriba de nuevo.
Después de la segunda desventaja, Racing intentó una tibia reacción, aprovechando que los centrales del Matador tampoco estaban en una gran noche. No obstante, el escaso volumen de juego de los de Avellaneda derivó en que las más claras fueran desde afuera del área, un sablazo de Sosa en el travesaño y un tiro desviado de Adrián Lucero.
En el medio, las distracciones defensivas de La Academia tampoco desaparecieron: permitieron que Carlos Luna quedara totalmente solo y habilitado frente a Migliore, aunque se la entregó al arquero.
El inicio del complemento contó con lo mejor de Racing. La reacción visitante se viclumbró con una imagen más adelantada y con intentos más profundos. La pelota comenzó a llegarles más y mejor a los delanteros, que tuvieron una cada uno: Pablo Lugüercio disparó bajo y apenas desviado y Pablo Caballero cabeceó y complicó a Islas. Pero enseguida, el ímpetu de La Academia se desdibujó para hundirse nuevamente en su cruda realidad.
Enseguida, Ayala cabeceó alto en una nueva amenaza para los de Avellaneda y, a los 26, una contra cerró el encuentro. Martín Morel salió rápido y habilitó a la izquierda a Lázzaro, quien aprovechó la deficiente marca de Leandro González, lo desbordó y mandó el centro al segundo palo para que Giménez cabecee a su gusto.
El tanto cayó como agua helada para los hinchas visitantes, que no tardaron en comenzar a mostrar su disconformidad. Su equipo perdió entonces hasta la más mínima ilusión y se entregó sin actitud alguna. Ni hablar cuando, a los 39, Lázzaro completó su gran noche al recibir por la izquierda un centro pasado para anotarse en la red con una definición al segundo palo.
El 4-1, entre los más imperdonables errores y también la siempre presente mala fortuna, había sentenciado una vez más el destino de Racing. Del otro lado, Tigre festejaba haber recuperado con creces la memoria de su mejor cara.
Texto y foto www.tycsports.com
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