Palermo escribió un nuevo capítulo en su mágica historia y Boca recuperó la senda del triunfo. El Loco no necesitó más que poner el pie derecho para empujar la pelota a la red y celebrar su gol número 195, con el que superó a Pancho Varallo. Fue bajo una intensa lluvia, para añadirle una dosis extra de romanticismo a la escena. Y fue para mitigar lo que durante la mayor parte del encuentro era resultó actuación opaca, acorde con los antecedentes más inmediatos del equipo de Ischia. El gol del ídolo fue una bendición con arrastre: Boca se iluminó, Palermo le dejó su lugar a Figueroa y, en una ráfaga, éste liquidó el pleito con dos conquistas que acomodaron a los de la Ribera en la tabla de posiciones.
Es que, cabe remarcarlo, Boca no hizo mucho para llevarse todo el botín. Una gran porción del partido lo mostró debatiéndose con su inexpresividad de mitad de cancha hacia adelante y su falta de sincronización para retroceder. Huracán no lo lastimó porque cuando no le faltó temple para animarse consumió sus contragolpes entre ineficaces rodeos con la pelota. Por algo la visita avanzó mucho y generó poco. Y eso que contó con varios intérpretes veloces y peligrosos en el mano a mano, ideales para la cancha mojada y resbalosa. Sin embargo, sólo De Federico preocupó al fondo local. Y por momentos, nada más.
Boca tuvo en Mouche a su fundamento futbolístico principal para sumar de a tres, porque fue quien tuvo permanentemente en vilo a la defensa rival y exigió en varias ocasiones a Monzón, pese a que contó con poca compañía. Los locales la pasaban mal cuando el juvenil atacante desairó a Gastón Beraldi (hijo del dirigente xeneize), mandó la pelota hacia adentro, Gaitán la dejó pasar y Palermo apareció por el fondo para hacer historia y tranquilizar a los de Ischia.
Es que Boca realmente estaba jugando mal. Fue fallido el experimento con Damián Díaz y Benavídez: el ex Central no aportó sobre el sector izquierdo del mediocampo y al juvenil le costó mucho hacer pie donde Battaglia suele ser una garantía. Riquelme también estuvo lejos de su mejor nivel, aunque dejó su sello para el segundo tanto: tras un quite providencial de Forlín, la jugada derivó en el 10, quien con un toque magistral dejó a Figueroa cara a cara con Monzón para el 2-0.
Figueroa había ingresado recientemente por Palermo, el hombre leyenda. Pero en un día de goleadores no quiso ser menos. Y de hecho fue más: cuando Huracán había descontado a través de Domínguez, apareció nuevamente Lucho y tras una patriada de Krupoviesa la empujó al 3-1 para su segunda conquista, la que le devolvió la calma al pueblo xeneize y aseguró el triunfo.
Texto y foto www.tycsports.com
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