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miércoles, 27 de agosto de 2008

Boca Jrs 2 (5) Arsenal 2 (3) - Boca campeón Recopa Sudamericana


Arsenal, con dos hombres menos, estuvo a un gol de la hazaña, pero sobre la hora Riquelme, de tiro libre, colocó el 2-2 definitivo y el Xeneize sumó su 18° título internacional, con lo que alcanzó al Milan. Palacio abrió la cuenta para los de Ischia y Carrera y Matos marcaron para la visita, que sufrió las expulsiones de Báez y Cristian Díaz.

Boca sufrió más de la cuenta, pero finalmente logró atesorar la Recopa Sudamericana. Un título que tiene un sabor especial para los de la Ribera, porque fue el número 18 en el ámbito internacional y sirvió para alcanzar al Milan al tope de los clubes más ganadores del mundo. Y llegó después de haber vivido momentos de angustia, porque Arsenal había revertido la desventaja inicial y, con dos hombres menos, estuvo a tiro de una impensada hazaña que habría sido una verdadera humillación para Ischia y sus muchachos. Pero apareció Riquelme y con un gol de su sello, mediante un tiro libre, desató la euforia en La Bombonera.
Y hubo justicia, más allá de los méritos y la vergüenza deportiva del cuadro conducido por Daniel Garnero. Porque Boca fue superior durante tres de los cuatro tiempos de la serie. En la ida fue un claro ganador y consiguió una ventaja por 3-1 que pareció sentenciar el asunto, máxime cuando en el inicio del encuentro de esta noche, Palacio, con una notable volea tras un centro de Viatri (redondeó una actuación discreta en su primera misión de reemplazo del lesionado Palermo), colocó el 1-0. Arsenal, que había avisado a los 15 segundos con un remate de Carrera que exigió a Caranta, pareció resignar sus reservas anímicas y Boca dominó a gusto y placer durante esa primera mitad. Con Battaglia -la figura de la noche- y Riquelme como estandartes, el equipo de Ischia asumió el control de la pelota, desgastó a su rival e incluso pudo haber ampliado la ventaja en una sorpresiva aparición en ataque de Ibarra, cuyo remate se estrelló contra un poste. También lo tuvo Palacio, pero Campestrini le ganó en el mano a mano.
Los primeros instantes del complemento atestiguaron una tónica similar. Boca regulaba y Arsenal hacía lo que podía. Hasta que la visita se encontró con el empate y el rumbo del encuentro varió. Una definición de Carrera, con Caranta que había quedado a mitad de camino luego de intentar abortar el centro de Yacuzzi, le agregó una dosis de emoción al desarrollo. Ni hablar cuando el ex volante de Argentinos envió un centro que Matos anticipó de cabeza en el primer palo para el 2-1. Enmudeció casi la totalidad de la Bombonera. Báez ya había sido expulsado por una malintencionada infracción a Riquelme y, con un hombre menos, Arsenal se colocaba al borde del milagro.
Boca despertó del letargo y archivó su excesiva confianza, su andar casi desidioso. Se vio ayudado cuando Cristian Díaz dejó la cancha por juego brusco. Corrían los minutos, los de Ischia no encontraban el empate y crecía el descontento. Hasta hubo quienes apelaron a conductas fuera del reglamento, como Caranta, quien hizo tiempo en más de una oportunidad y, además de la amonestación, se ganó los reproches de un sector de la parcialidad local. Arsenal, mientras, soñaba con un tiro libre cerca del área rival. Riquelme tuvo el empate y falló. Después, en el reencuentro con su gente tras obtener la medalla dorada en los Juegos Olímpicos, saboreó la revancha. Con un tiro libre en el minuto final, el ídolo puso las cosas en su lugar. Hubo fiesta y todos se acordaron de Palermo, el goleador caído en desgracia. Hubo coronación y Boca volvió a celebrar como más le gusta, en una noche de copa.

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