La mitad de Avellaneda está de fiesta, la otra pena por una nueva frustración en el clásico. Independiente, que acumula una racha de diez sin perder ante Racing, con seis victorias, superó 1-0 a su rival de toda la vida en el Libertadores de América, con un penal de Gandín, y se metió nuevamente en la discusión por el torneo Clausura.
El conjunto visitante salió a llevarse a su rival por delante y a los 25 segundos contó con la primera de peligro mediante un potente remate de Yacob que Gabbarini sacó al tiro de esquina. Luego de ese envío, el mismo mediocampista central cabeceó en el borde del área chica, el balón se estrelló contra el travesaño y a Lugüercio le quedó muy arriba en el rebote para definir. Parecía una tromba albiceleste, pero sólo fue un espejismo. Con el correr de los minutos, el Rojo se acomodó en la mitad, tomó la pelota a partir de la presión de Acevedo, Busse y Fredes y comenzó a desequilibrar con Piatti, el hombre más destacado de la primera parte. Con sus apariciones sobre la izquierda y a las espaldas de Yacob, el local creó las mejores oportunidades. La primera de peligro para el dueño de casa la tuvo Gandín, quien se la robó a Yacob en el círculo central y encaró hasta sacar un derechazo que pasó muy cerca. Luego, Piatti se meció por la izquierda y la puso en el punto del penal para la soledad de Silvera, quien cabeceó muy cerca del ángulo derecho de un De Olivera batido.
Mareque fue salida constante por la izquierda y junto con Piatti complicaron muchísimo a Mercado, por momentos muy solo ante la posición suelta de Castromán. Racing se vio obligado a retrasarse y sufrió al compás del buen manejo de Independiente. A los 18, Piatti armó una exquisita maniobra personal y definió un disparo a las manos de De Olivera.
El Rojo siguió manejando el balón, aunque perdió velocidad y le costó volver a generar peligro. La visita, por su parte, sólo llegó con un disparo de Castromán que murió en las manos de Gabbarini. Lugüercio y Hauche no aparecieron, y los volantes no pudieron proyectarse, más preocupados por las subidas del rival. Pero cuando parecía que se iban en cero, Lluy cometió una ingenuidad, tocó el balón con la mano dentro del área y Gandín cambio la infracción por gol, a los 41.
Russo evidenció en el descanso que tenía que fortificar la banda derecha y por eso puso a Cahais como lateral por la izquierda y cambió de banda a Lluy, quien tenía la misión de ayudar a Mercado con las subidas de Mareque y las apariciones de Piatti por ese sector. Con esa modificación, Racing encontró estabilidad y evitó que su rival complicara tanto por las puntas. Y a los nueve, tuvo una muy clara: Lugüercio la peleó y habilitó a Hauche, quien definió mal ante Gabbarini.
Sin embargo, cuando parecía que Racing estaba para luchar de igual a igual en el complemento, Hauche le metió un planchazo en el muslo a Acevedo y vio la roja directa. ¿Qué hizo Russo? Jugado por jugado, sacó a Lluy y colocó a Steinert para tener más llegada por la banda. Y el mediocampista entró en sintonía rápidamente y generó algunos movimientos interesantes en ataque, aunque también sufrió a Mareque y a Rodríguez, el hombre por el que apostó Gallego. Pese a la expulsión, Independiente bajó ostensiblemente su rendimiento. Piatti desapareció, Gandín entró poco en juego y los volantes no apretaron tanto. La visita, por momento extremadamente separada entre sus líneas, no logró nunca asociarse ni construir, pero se animó con algunos avances esporádicos. A los 24, Aveldaño tomó la lanza, sacudió desde 30 metros, Gabbarini la tocó y la pelota reventó el ángulo, en la más clara.
También lo tuvieron Cahais, con un cabezazo que pasó por arriba del travesaño, y Bieler, quien ingresó faltando 15 minutos y obligó una excelente atajada de Gabbarini con un remate cruzado. Poco de la Academia, que intentó con garra pero careció de ideas, de juego y de lucimientos individuales. El segundo tiempo del local no fue bueno, más allá de un disparo de Patito -fue expulsado sobre el final- que De Olivera despejó de manera espectacular. Otra vez aparecieron los bajones que tanto odia Gallego y que busca corregir.
Pero poco le importó a Independiente y a su gente, que luego de sufrir con un par de centros desesperados de Racing -en la última fue a buscar De Olivera-, se desató en un grito furioso de victoria. El Libertadores de América fue una fiesta. El clásico fue otra vez del Rojo.
Texto y foto www.tycsports.com
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