Estudiantes suele jugar al borde de la cornisa cuando se trata de Libertadores. Lo hace desde los sesenta en situaciones comprometidas de las que supo salir airoso, en general. Por eso, la tarea de sacar al menos un empate con Deportivo Cuenca, en La Plata, sonaba a trámite. Lo fue, aunque del estilo bancario: tedioso y aburrido. Pero claro, efectivo porque el Pincha se quedó con su zona y espera rival en octavos.
Los de Sensini cumplieron con una norma importante para este tipo de partidos, que es la de ponerse en ventaja rápido. Lo lograron antes del cuarto de hora, con un oportuno derechazo de Lázzaro de afuera del área. Ese gol descomprimió tanto a Estudiantes que en lo que quedó del primer tiempo casi no se jugó.
Cuenca con un triunfo se metía en la siguiente ronda, pero pareció nunca haberse enterado de esa alternativa. Salió a la cancha sin ansias de dar el batacazo y apenas batalló a la hora de las patadas. Claro, lo que decide las hazañas son los goles y lejos estuvo este conjunto ecuatoriano de marcar uno.
Estudiantes sabía que con ganar le alcanzaba y se limitó a cuidar esa ventaja que nunca estuvo en discusión. Braña se encargó de sostener el medio campo, que también contó con la voz de mando de Verón y el peligro que suele aportar Moreno y Fabianesi.
Igual, lo del Pincha era pobre y recién con el ingreso de Galván ganó algo de vértigo. Cuando faltaba poco de un centro del ex River, apareció Wila por el segundo palo para mandar a su propia red la pelota.
Ganó Estudiantes, se quedó con el grupo y ahora espera. Esta vez no necesitó ninguna reacción heroica. Quizás por eso este partido arrojó sabor a poco.
Texto y foto http://www.tycsports.com/
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