Brown de Madryn se impuso por 2-0 en un partido donde el protagonista de la película, con marcados errores, fue el árbitro pampeano Marcelo Aredondo. Al conjunto tricolor, una vez más, lo perjudicaron en la ciudad de las ballenas.
La historia había empezado bien: 0-0 en los primeros 45 minutos, partido tranquilo y controlado. En el complemento, con un Brown más osado de mitad de cancha hacia arriba, se empezó a complicar. Y el final fue el mismo de otras veces: derrota de Villa Mitre, que lleva siete años visitando el estadio Raúl Conti de Puerto Madryn y jamás se pudo ir con un triunfo.
El "malo" de la película fue el árbitro Marcelo Aredondo, que cobró un penal --después de dudar-- desde muy lejos cuando Germán Lanaro fue al piso para sacarle limpiamente la bola a Diego Giménez, quien se aprestaba a definir cara a cara con Cabral.
Los jugadores se la "Villa" se le fueron encima, hubo empujones, protestas y varios manoseos. ¿Qué pasó? El referí sólo amonestó a Palacio y expulsó a Pablo Landeiro (ayudante de campo de Juan Carlos Zapata), quien tuvo un encontronazo con el asistente Adrián Antillanca.
Encima sancionó penal y ni siquiera amonestó a Lanaro, quien se tendría que haber ido expulsado por cometer esa supuesta falta que cortó una oportunidad manifiesta de gol.
Ganaron las defensas. "Si nosotros logramos tener la pelota más tiempo, ganamos el partido", le dijo "Tato" Zapata a "La Nueva Provincia" antes del partido.
No obstante, sucedió todo lo contrario en los diez minutos iniciales. El balón lo monopolizó el local, que mostró argumentos tácticos bien estudiados, movimientos perfectamente aceitados y el habitual chip utilizado de local: ganar o ganar.
A la visita no le duró nada el esférico en los pies y, encima, se tuvo que bancar a un Lucas López enchufado, con enormes ganas de jugar. El dueño de casa dispuso de tres córners en cinco minutos.
Perugini y Monforte entendieron que debían apretar los dientes, Apud y Castellano se empezaron a comprometer con el juego (sólo en ofensiva) y la "Villa", a los ponchazos, emparejó. También ayudó que Lucas López se paró de punta, no bajó y se quedó sin contacto con el balón.
El elenco bahiense hizo todo bien hasta que sus volantes o delanteros se la tuvieron que ver con la última línea de Brown, una defensa súper sólida. Entonces al tricolor no le quedó otra que probar con tiros de larga distancia o apelar a alguna pelota parada.
Apostó al cambio. Luis Murúa se la jugó. Ingresó Monteverde, quien se paró de volante por derecha, pasando Tevez a ser el tercer delantero por el mismo sector. Con un 4-3-3 trató de encontrar el punch que le faltó en el primer parcial, donde, pese a haber sido un poquito más que su rival, no mereció llevarse nada al descanso.
El "Cruzado" empezó el complemento a toda máquina, pero recibiría una ayudita que no esperaba. Ballestero habilitó al vacío a Diego Giménez y se originó la jugada tan comentada.
Tras el 1-0, el árbitro permitió todo tipo de agresiones --verbales y de las otras-- y no expulsó a nadie más, pese a que algunos se tendrían que haber ido a las duchas antes de los 90 minutos.
Después de los 20, Villa Mitre fue más claro y se encaminó a recuperar lo que le habían sacado descaradamente. Zapata, con los cambios, juntó mucha gente arriba y el "trico" caminó por la cornisa varias veces. Hasta que se cayó. Centro de Lucas López y Poncetta, quien quiso cerrar, la metió en su propio arco con Giménez encima.
A Brown le salió todo "Aredondo". Ganó por una manito del árbitro, pero algo es cierto: que lo mereció, lo mereció...
Texto www.lanueva.com
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