Como local, el Fortín, que venía de dos empates consecutivos, superó 2-0 al Globo en la reedición de la final del Clausura y se ubicó a dos unidades del único líder, Estudiantes. El Churri anotó los dos goles del encuentro (PT 8m y ST 30m), el segundo mediante una excelente chilena desde afuera del área.
Más allá de la ausencia de varios jugadores por el lado de Huracán, respecto de la final caliente del torneo Clausura, el duelo frente a Vélez se esperaba como una verdadera revancha. Finalmente, el Fortín volvió a demostrar su superioridad y se impuso claramente por 2-0, apoyado en su contundencia y en el orden de todas sus líneas. Así, se ubicó a dos del líder, Estudiantes.
Cuando recién se estaban acomodando en el partido y ninguno se había adueñado del trámite, la defensa visitante marcó mal en un pelotazo muy largo, Eduardo Domínguez perdió la marca de Jonathan Cristaldo y el delantero definió de zurda entre las piernas de un Gastón Monzón que no logró cubrir adecuadamente el primer palo.
Bajo una lluvia ininterrumpida, el Fortín golpeó de entrada y luego le entregó el dominio del campo y la pelota a su rival, que la manejó con precisión hasta tres cuartos de cancha pero careció de potencia ofensiva y de sorpresa para superar a una defensa verdaderamente infranqueable, ayudada por un mediocampo muy combativo.
Sucede que Mario Bolatti tocó bien en corto hacia los costados, aunque no logró meterse de lleno en ataque porque Cristaldo fue el encargado de molestarlo constantemente. Por eso, Rodrigo Díaz bajó para conducir y se asoció con Patricio Toranzo. Ambos distribuyeron de buena manera, pero el Globo se quedó en eso: tocar sin profundidad.
Las únicas jugadas de riesgo para el conjunto conducido por Angel Cappa, quien otra vez hizo ademanes innecesarios ante los hinchas del Fortín, llegaron mediante remates de larga distancia, primero con Alan Sánchez desde la puerta del área -se perdió por arriba del travesaño- y luego con Nicolás Trecco -pasó cerca del poste izquierdo de Germán Montoya-, quien entró poco en el circuito ofensivo.
El equipo de Liniers, por su parte, fue prolijo, ordenado, sólido y muy áspero. Frente al manejo de balón del rival, el equipo local eligió retrasarse, aguantar la ventaja y buscar una contra que jamás llegó. Franco Razzotti se sintió incómodo por la izquierda, Maxi Moralez no pudo explotar y la única salida, totalmente previsible, se dio por el sector de Emiliano Papa.
Vélez se adelantó algunos metros para el disputar el segundo periodo y de esa manera le complicó aún más la vida a Huracán para llegar con peligro. Bolatti soltó definitivamente la manija, Díaz perdió movilidad y Toranzo fue el más inquieto, aunque undido en su intermitencia. El local siguió metiendo, presionando y, más allá de algún desacople, no sufrió demasiado.
El Globo se animó en algunos pasajes, pero sin la potencia necesaria. Díaz tuvo el empate a los 20 y 21, pero sus disparos, el primero mordido y el segundo casi sin fuerza, fueron controlados por Germán Montoya. Leandro Caruso, quien reemplazó a Hernán Rodrigo López -sintió una molestia en uno de sus tobillos- contó con una chance en la contra, pero perdió en el mano a mano con Monzón.
Luego de los 25, el encuentro se planteó como había terminado la primera parte: Vélez bien parado atrás y listo para sacar la contra; Huracán en ataque, pero nuevamente sin peso en el área. Y a los 30, Moralez salió con pelota dominada y habilitó a Cristaldo, quien profundizó para Alejandro Cabral; Monzón salió con todo a cortar, el balón quedó picando afuera del área y el Churri la clavó de chilena en el arco visitante.
Se terminaron las esperanzas del conjunto de Cappa y Vélez recibió el aplauso de toda su gente en los últimos minutos. Un equipo consolidado, otra vez dispuesto para luchar por el campeonato, luego de dos empates consecutivos que casi lo alejan de la cima. Del otro lado, un Huracán sin triunfos y último con apenas un punto.
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