Todo es posible en este River. Incluso, encontrarse con un 2-0 a su favor ante su gente en el Monumental luego de haber hecho poco, llegar al punto de que su rival parezca muerto y hasta mostrarse cómodo y terminar padeciendo un empate 2-2 que alimenta de nuevo todas las dudas.
En el primer tiempo, el Millonario mostraba cierta mejoría en su zona de creación, aunque volvía a dar muchas ventajas en el fondo ante un Lobo que, no obstante, era el que cosechaba situaciones de mayor claridad.
De entrada, los de Néstor Gorosito dejaron en evidencia que, aunque carentes de orden, pretendían llevarse por delante a los platenses. Sin embargo, en su afán dejaban espacios atrás y Nicolás Navarro tuvo que trabajar frente a Alvaro Ormeño y Luciano Aued (peligrosos con sus subidas por las bandas) y un cabezazo de Denis Stracqualursi.
Con el correr de los minutos, lo mejor de la Banda se veía en tres cuartos de cancha, donde Daniel Villalba bajaba para complicar desde atrás y Ariel Ortega, que luego debió salir por una lesión en el aductor derecho, aportaba una interesante cuota de categoría. Sin embargo, no llegaba con claridad.
Hasta que a los 42, apareció Diego Buonanotte por izquierda, le mordió la pelota Rubén Maldonado y le cayó a Villalva entre las marcas de Ariel Agüero y Aued para que defina con clase ante Gastón Sessa.
Nada había sucedido en el complemento cuando, a los siete, Buonanotte se la quitó a Esteban González, encaró a Sessa recostado sobre la derecha, amagó y definió cruzado para el segundo. Con una contundencia envidiable, River parecía haber liquidado el pleito.
Qué pensar cuando se notaba que los de Leonardo Madelón no tenían resto y seguían dando serias ventajas en el fondo. Sus puntos altos de la etepa inicial desaparecieron y se los veía sin alma ni rumbo. El Enano podría haber aumentado con un tiro que se fue alto y Bou tuvo dos: en la primera se encontró con Sessa y en la segunda quedó mano a mano y definió afuera.
En ese contexto, poco pareció cambiar cuando, a los 27, Ormeño sacudió la modorra con un zapatazo desde 40 metros que se metió bajo y a la izquierda de Navarro. Enseguida, se lo perdió Villalva y parecía que el triunfo local no corría peligro.
Pero de a poco, Gimnasia se permitió soñar. Sin variantes pero con empuje, obligó a Navarro a sacarle un sablazo a Fabián Rinaudo y, a los 41, encontró su premio. El ingresado Juan Cuevas se llevó por delante a todos por izquierda y remató cruzado frente a Navarro.
El golpe se sintió fuerte en River. Herido, buscó y desperdició dos chances a través de Bou, con un disparo alto y con un increíble cabezazo desviado luego de que Buonanotte se había llevado a Sessa por la derecha. En el medio, Rinaudo había estrellado un intento en el palo.
El final llegó entre silbidos e insultos a todos los protagonistas de River, mientras que Gimnasia alcanzaba un empate tan merecido como impensado. El Millonario, sin dudas, lo sintió como una derrota. Por el transcurrir del partido y por su turbulento presente.
Texto y foto www.tycsports.com
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