El andar casi inexpugnable de este Vélez hacía prever un partido sin mayores complicaciones en la ida de los octavos de final de la Copa Sudamericana. Sin embargo, Unión Española se mostró como un equipo práctico y batallador y le puso las cosas complicadas al equipo de Ricardo Gareca. El Fortín lo dio vuelta en la última jugada y logró un 3-2 que lo hace viajar a Chile con mayor optimismo.
Suele suceder en el fútbol que quien logra buenos resultados de manera relativamente sencilla termina por confiarse de más. Y desde el comienzo pareció que eso le sucedió, por momentos, a este Vélez. Porque en los primeros diez minutos el equipo trasandino tuvo la oportunidad de ponerse en ventaja, hasta que el campeón argentino reaccionó.
Cuando el local comenzó a manejar el partido como suele hacerlo, Cristaldo dejó solo a Hernán Rodrigo López y éste definió al gol. Parecía encaminarse el partido en Liniers hacia una victoria tranquila. Pero no todo resultó tan sencillo, porque en ningún momento Unión Española abandonó su idea de jugar.
Así, el argentino David Ramírez culminó una contra con un gran zurdazo cruzado que venció la resistencia de Germán Montoya y decretó un justo empate, porque la presión que ejercieron en mitad de cancha complicó al juego de Vélez y porque desde la velocidad del enganche argentino y del Pipa Estévez no pararon de evidenciar las grietas de la última línea fortinera.
La segunda mitad encontró a los de Gareca más adelantados en la cancha pero con los consabidos huecos aún presentes. Por eso, nuevamente Ramírez fue clave manejando una contra con velocidad y sapiencia. Habilitó a Estévez y éste, soportando la carga de Fabián Cubero y definió ante la débil respuesta de Montoya.
De este modo, el partido quedó servido para que los chilenos siguieran usufructuando su velocidad para los contragolpes. Sin embargo, en parte por la presión de Vélez, y en otra parte por el propio conformismo y cansancio, Unión Española se comenzó a defender demasiado cerca de su arco y propició la asfixia del rival.
Centros y más centros que se cansaron de rechazar los defensores eran los únicos recursos que mostraban los de Gareca. Hasta que, con el tiempo cumplido, una falta cerca del córner derecho derivó en un centro de Moralez que el ingresado Leando Caruso bajó y definió cruzado. La pelota dio en el palo y el defensor Diego Rosende se la llevó por delante batiendo su propio arco.
Era empate clavado. Se aplicaba a lo visto en la cancha. Pero otra infantil falta provocada por el ex delantero de Godoy Cruz terminó en otro centro al área que Ottamendi bajó y el Roly Zárate, con su olfato goleador intacto, cabeceó al gol solo frente al arquero. Euforia en Liniers y el partido que se extinguió enseguida.
Vélez logró un vital triunfo que por momento parecía imposible. El 3-2 le permitirá viajar a Chile ampararse en su, otrora habitual, solidez defensiva. Será cuestión de no perder la concentración. A la espera de lo que suceda en la serie entre Lanús y Liga Deportiva Universitaria de Quito, el Fortín viajará el jueves que viene a definir la serie. El primer y costoso paso ya lo dio.
Texto y foto http://www.clarin.com/
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