Boca no llegaba de la mejor manera. Rumores de alejamiento de Alfio Basile en la semana, varios lesionados… Estudiantes, todo lo contrario: puntero hasta el viernes (tras el triunfo de Banfield), sin Mauro Boselli pero con el siempre vigente José Luis Calderón, y con el envión anímico tras el estupendo arranque en el Apertura. Y así fue el partido entre ambos: el León dominó durante todo el partido y, a pesar de algunos mínimos sobresaltos, se impuso por 2-1 para subirse a la cima de nuevo.
El Xeneize, como había anticipado el Coco durante la semana, presentó una formación inusual, con Martín Palermo como único delantero y con Federico Insúa de mediapunta. Detrás de ellos, una doble línea de cuatro intentaba controlar el poderío ofensivo del Pincha. Esto, por cierto, no ocurrió, porque la defensa de Boca fue un colador. No se salvó ninguno. Los dos centrales, Gabriel Paletta y Julio César Cáceres, defraudaron una vez más. La zaga siguió siendo principal problema de este equipo.
Estudiantes, básicamente, jugó bien. Y lo plasmó en la cancha. Calderón ocupó un lugar arriba por la baja obligada de Boselli y a los 11 minutos facturó. Las opciones más claras del conjunto de Alejandro Sabella –que no fueron demasiadas en los primeros 45- estuvieron en los pies de Juan Manuel Salgueiro. Por cómo se estaba dando el juego, el empate de Boca podía llegar sólo gracias a un milagro.
Y ese milagro se materializó justamente en Palermo (quién sino, en un equipo en el que reinó la apatía). El Titán encontró una pelota boyando en el borde del área y, sin dudarlo, sacó un zurdazo de media vuelta que dejó sin respuestas a Damián Albil. Entonces, tanto Basile como sus dirigidos se ilusionaron con una remontada, con dar vuelta el resultado y, de una vez por todas, salir de la crisis que los viene golpeando desde que comenzó la temporada.
Pero Boca volvió a pecar de infantil y cometió los mismos errores que en las cinco fechas anteriores. Se sabe, Estudiantes no perdona este tipo de cosas, y en apenas tres minutos el León volvió a rugir, esta vez gracias a Enzo Pérez, una de las figuras de la tarde. Con las cosas en su lugar, creció la figura de Juan Sebastián Verón. El equipo descansó en él. Fue él quien manejó los tiempos con su experiencia.
Basile no tenía respuestas adentro de la cancha y lo que hizo desde el banco se pareció más a un manotazo de ahogado que a un plan B. Sacó al Guillermo Marino, borrado en el primer tiempo, y mandó adentro a Nicolás Gaitán. Más tarde, puso a Lucas Viatri por Ariel Rosada. Entre tanta improvisación, Boca no encontró los caminos y de la única manera que intentó fue con pelotazos a Palermo (que para colmo volvió a sufrir insultos de la gente de Estudiantes). El Xeneize no levanta, ¿Basile sigue de pie?. Por ahora sí, pero sin hablar: "Silenzio stampa otra vez", dijo el DT al salir del vestuario".
Texto y foto http://www.tycsports.com/
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