Barack Obama se convirtió esta tarde en el primer presidente negro de los Estados Unidos. Y lo hizo ante una multitud que se reunió en el Capitolio para presenciar su histórica jura. En un discurso que estuvo abiertamente dirigido tanto al público interno como al resto del mundo, habló de los desafíos que enfrenta su nación, la cual, dijo, está "lista para retomar el liderazgo". E insistió en que su victoria electoral representó el triunfo "de la esperanza sobre el miedo".
Tras una reunión con el mandatario saliente, George W. Bush, en la Casa Blanca, ambos llegaron juntos al Capitolio para la histórica ceremonia de jura. Obama entró último al palco de honor, con la mayoría de los invitados ya sentados en las tribunas y el National Mall repleto por un mar de gente.
Vestido con un traje oscuro y una corbata roja, saludó con una amplia sonrisa a un lado y a otro de la escalinata, mientras en la calle las multitudes aplaudían, agitaban miles de banderas estadounidenses y cantaban: "¡Obama! ¡Obama!".
Antes que él habían ocupado sus asientos el presidente saliente, George W. Bush, y sus tres antecesores vivos: Jimmy Carter, George W. Bush y Bill Clinton. La anécdota de la ceremonia fue la presencia en una silla de ruedas del vicepresidente saliente, Dick Cheney, que se lesionó la espalda moviendo cajas en la mudanza de su casa.
Previamente, Obama y su esposa, Michelle, habían participado en un oficio religioso en la iglesia episcopal de San Juan, cercana a la Casa Blanca. Luego ambos fueron a la Casa Blanca para compartir junto a Bush y su esposa, Laura, los últimos momentos como presidente saliente y entrante. Y desde allí, el ahora ex presidente y su sucesor se dirigieron hacia el Capitolio, en cuyas escalinatas –construidas por esclavos- se desarrolla la ceremonia. Más de 250.000 invitados pudieron sentarse en las gradas especialmente colocadas para ellos frente al podio. Y se calcula que además unas 2.000.000 de personas la observan en enormes pantallas colocadas a los largo del Mall, la gran explanada que une el Capitolio con el Monumento a Abraham Lincoln.
El esperado primer discurso de Obama como presidente en ejercicio tuvo menciones a los ex combatientes de distintas guerras en las que participó su país y a los próceres estadounideses. Y párrafos destinados a otros países.
El flamante mandatario reconoció que los Estados Unidos están "en medio de una crisis que no se entiende cabalmente", prometió "un ojo vigilante" sobre los mercados para evitar que "se salgan de control" y habló de la esperanza, el esfuerzo y el trabajo que hacen falta para "rehacer" su país.
También señaló que su nación está "en guerra contra una vasta red de odio". Pero dijo rechazar "la falsa premisa de que hay que escoger entre la seguridad y los ideales". "A todos los otros pueblos y gobiernos, sepan que Estados Unidos es un amigo de cada nación" e incluso a los adversarios "les daremos la mano si están dispuestos a abrir el puño", agregó.
Una de las primeras cosas que hará, según prometió en su alocución, será dejar a "Irak en manos de su pueblo", un anticipo del retiro de tropas del invadido país árabe tal como prometió durante toda su campaña electoral. "Debemos empezar a dejar responsablemente Irak a su gente, y forjar una paz duramente lograda en Afganistán", sostuvo.
Los Estados Unidos, insistió, están "listos para retomar el liderazgo". "Algunos cuestionaran nuestras ambiciones. Pero –añadió- tienen una memoria corta y han olvidado lo que este país ya hecho".
Tras el discurso en el Capitolio, Obama, la primera dama, el vicepresidente Joe Biden y su esposa despidieron al ahora ex presidente Bush que se subió a helicóptero militar y se dirigió a la base aérea Andrews, en las afueras de Washington. Desde ahí, tomó un avión a Texas. Luego, Obama y su comitiva se dirigieron a un almuerzo que se celebra en estos momentos en el Congreso.
Texto y foto www.clarin.com
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