Argentina se debía un triunfo en grande. Obviamente el único rival que podía saciar esa sed de logros trascendentes era Brasil, histórico rival y bestia negra de los últimos tiempos. Y en la noche de Beijing, este equipo de Batista se emborrachó de fútbol y se regaló una victoria enorme con una actuación colectiva sublime y con la aparición de Agüero como goleador. Ahora queda el paso final que será Nigeria, en un encuentro donde estará en juego el oro.
Batista decidió que Argentina tenía que jugar su partido más allá de Brasil y lo logró. Siempre fueron los de celeste y blanco los que marcaron el ritmo y el patrimonio de la pelota perteneció casi exclusivamente a Gago, Riquelme, Mascherano y Messi. De todos modos, no hubo mucha profundidad salvo en un par de ocasiones individuales que no llegaron al gol.
Brasil presentó algo de oposición en esa primera parte y tuvo en las escaladas por derecha de Rafinha sus mejores aproximaciones. Hubo poco de Ronaldinho y menos de Diego. Sin embargo, el cero se mantenía y el partido estaba abierto.
Para la segunda parte se esperaba algo más luchado, pero Argentina logró abrir rápido el marcador. Di María la tomó por izquierda y lanzó un violento centro que encontró al pecho de Agüero. Gol del Kun, primero del hombre más criticado de este equipo que apareció cuando más se lo necesitaba para acallar voces
Brasil, que no había recibido goles en todo el torneo, intentó la reacción y casi logra el empate rápido, pero el palo se lo impidió a Sobis. Entonces, Argentina se soltó y llegó el segundo. Fue en una jugada donde abundó el buen manejo y la paciencia. Messi la armó, abrió para Garay y Agüero, abajo del arco, facturó. Cuarto de hora arrollador para los de Batista.
Dunga intuyó la goleada y quiso torcer la historia con los ingresos de Pato y Neves, pero no era la noche brasileña. Otra vez el palo estuvo del lado argentino para negarle el descuento a Ronaldinho tras un tiro libre. Entonces la desesperación se hizo amarilla.
Messi y Agüero se juntaron para hacer una maniobra con aroma a gol, pero Breno bajó al del Atlético Madrid y Riquelme, concretó con un penal al centro. La diferencia del marcador se reflejaba en la cancha. Argentina tocaba, Brasil pegaba y Lucas y Neves se fueron por sendas arteras patadas a Mascherano, otro punto alto.
Así, esta generación que asoma se sacó parte de una pesada carga heredada ante Brasil y comenzó a escribir su propia historia en la lejana China, aunque todavía falte el último paso hacia la conquista del bicampeonato olímpico, el objetivo real. El rival será nada menos que Nigeria, el verdugo de Atlanta 96. Allí también aguarda una redención.
Texto y foto www.tycsports.com
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