Argentina juega mal. Decididamente. Esta noche, que estaba destinada para la épica, no fue la excepción, pero encontró un triunfo vital y que vale un pasaje a un Mundial. Pese a no haberla ido a buscar, la victoria llegó con Sudáfrica bajo el brazo ante una tibia Uruguay. Objetivo cumplido, pero con maneras de cumplirlo por corregir.
La tentación de meterse directamente en la Copa del Mundo no pareció tal para Uruguay, que era el más urgido por ganar. Apenas los primeros cinco minutos fueron el tímido aluvión local, donde tuvo dos chances de gol. La primera fue un buen desborde de Suárez que cuando encontró el centro atrás, los defensores argentinos ya habían formado una muralla bajo el arco. La otra fue una tardía salida de Romero, que despejó bajo y de carambola, casi lo mete Pereira. A la postre, estas dos fueron las dos más claras para el local.
Pasado este sobresalto, Argentina comenzó a hacer pie. Lo hizo en base a una defensa expeditiva que se consolidó poco a poco, con Demichelis como líder. También empezó a intentar generar algo en el medio, con Verón como estandarte y Di María como salida.
Claro, todo en porciones muy escasas. De ambos lados, porque Uruguay entró en lo propuesto por Argentina y el partido casi que no se jugó.
Se sabía que algo tenía que pasar en el segundo tiempo. Y de arranque, otra vez lo tuvo el local. Fue en una pelota parada que Lugano peinó incómodo y que se le fue cerca. La otra novedad llegó del otro lado del continente, porque el gol de Chile ante Ecuador se hizo sentir en Montevideo. Una importante porción de serenidad pareció invadir a ambos.
Argentina, por primera vez en la noche pudo verle la cara a Muslera. Fue en una pelota parada de Verón que buscó a Demichelis y que el defensor en el área chica no llegó a conectar cuando era la apertura del marcador. Poco, extremadamente poco juego ofensivo mostró el conjunto de Maradona que volvió a tener un Messi disperso, inconexo e inexpresivo.
Dicen que los técnicos mandan sus mensajes con los cambios y allí, Tabárez no dudo en expresar sus deseos de victoria. Puso en cancha a Cavani, Cristian Rodríguez y Abreu. Todo lo ofensivo que tenía a mano, mientras que Maradona sacó a Di María por Monzón y a Higuaín por Bolatti. Obviamente, Uruguay tenía jugadores de ataque, pero lejos estuvo de inquietar. Los charrúas fueron demasiado fríos a la hora de tratar la pelota y su mítica garra parece haber muerto en 1950. A todo esto los minutos pasaban y Gutiérrez pudo escaparse por la derecha, siendo bajado por Cáceres quien vio su segunda amarilla.
De esa jugada, vino el centro que derivó en el pie de Bolatti y el rubio de Huracán la puso junto a un palo para desatar el desahogo y el (luego expresado a gritos) resentimiento de todo el banco argentino.
Lo que quedó fue una síntesis del encuentro: el conformismo argentino y la impotencia uruguaya. Así se consumió un partido que puso a la Selección de Maradona en el Mundial. Merecimientos y maneras de lograrlo al margen
Texto y foto www.tycsports.com
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