De nada le sirvió a Independiente este empate con Huracán. Al contrario, lo perjudicó sobre todo en la relación con la gente, que tras la ida de Troglio ahora le apunta al plantel, al que le recrimina falta de actitud. A los de Ubeda, en cambio, no les altera mucho las cosas, debido a que se mantienen lejos de los puestos de descenso y eso, al fin y al cabo, es el objetivo principal. Pepé Santoro volvió a sentarse (por quinta vez en su carrera) en el banco Rojo.
Acostumbrado a arrimarse en las malas, el ex arquero no varió mucho el planteo respecto de lo que hacía Troglio. Sin embargo, decidió darle lugar a Pusineri, quien tras mucho tiempo sin jugar desde el arranque se mostró activo y con llegada. De todos modos, en esa primera parte la iniciativa era del local. A partir de la solidez en el medio de Barrientos, más la movilidad de sus delanteros, el Globo le dio trabajo a Assmann, quien se lució ante un tiro libre de Sánchez y, sobre todo, tras un cabezazo de quemarropa de Nieto.
El inicio del complemento también fue favorable a Huracán, que en esos primeros segundos tuvo su chance más clara, desperdiciada por De Federico, con el arco casi vacío. Ese arranque fue lo último que hizo el local en el partido, porque después todo fue de Independiente.
Oyola lo tuvo tras un error, pero definió mal y ahí llegó la polémica de la tarde. En un tiro libre, Gioda cabeceó al gol y lo gritó. Laverni, a instancias del juez de línea, anuló por fuera de juego, que no existió.
Recién en ese cuarto de hora final, Independiente se dio cuenta que podía ganarlo, pero Santoro no se decidió por el ingreso de ningún jugador ofensivo, hecho que despertó los primeros insultos de la gente. Ya casi en el final, Montenegro estrelló un cabezazo en el palo y Barovero se lució en un mano a mano con Denis. Además, Ledesma vio la roja por un patadón a De Federico. A los hinchas de Independiente poco los importó y recriminaron a sus jugadores hasta que se pitó el final.
Texto y foto www.tycsports.com
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