Y de tanto ir, tuvo su premio. Vélez perdía contra Argentinos, había desperdiciado al menos cuatro chances clarísimas para dar vuelta la taba y la historia parecía resuelta. Pero por una cabeza, la de Nanni, los de Gareca salvaron un punto con gusto a mucho más.
En el arranque el juego fue realmente pobre, casi sin situaciones, pero con una leve supremacía del visitante, que tenía más el balón y jugaba decididamente en el campo rival, pero sin profundidad. Sólo mediante dos remates de media distancia inquietó un poco a Montoya.
A los 32 se gestó la jugada que empezó a marcar el rumbo de la tarde. Hauche recibió un pase en profundidad de Peñalba, esquivó al arquero y éste le cometió penal. Néstor Ortigoza, un especialista –jamás erró uno–, lo cambió por gol y le puso justicia al marcador.
Lo de Vélez era muy pobre porque Moralez no podía agarrar la pelota, Zapata alternaba más malas que buenas y arriba Hernán Rodrigo López seguía sumando méritos para perder el puesto. El ex Libertad de Paraguay, que venía de despilfarrar un penal en el debut ante Independiente, cabeceó desviado un envío que lo encontró sin marcas en el área chica.
Para el complemento, Gareca se dio cuenta que había regalado 45 minutos y mandó a la cancha a otro delantero: Jonathan Cristaldo, quien ocupó el lugar del inexpresivo Ocampo.
Con el ingreso del juvenil, que se sumó tras su opaco paso por el seleccionado sub 20, el local tuvo más presencia en la zona de fuego y pasó a dominar el partido. Tuvo diez minutos iniciales en los que monopolizó la pelota, pero careció de profundidad a la hora de dar el último pase. Argentinos, replegado atrás y parado para salir de contra, casi no pasaba la mitad de la cancha, aunque tuvo una buena ocasión en la que Pavlovich fue tapado justo por Gastón Díaz.
Luego, volvió a ser todo de Vélez, pero ahora con acciones de neto riesgo. A los 16 Zapata cabeceó mal tras un corner desde la derecha. Dos minutos más tarde Cristaldo perdió un mano a mano ante Torrico. Cerca de la media hora, los de Liniers volvieron a poner un hombre frente a las narices del arquero rival, esta vez fue Moralez y su remate salió besando el palo izquierdo del uno.
Con el correr de los minutos, todo indicaba que a los de Liniers se les acababa la nafta… Habían acumulado méritos para el empate, pero la falta de resolución parecía tenerlos condenados. Sin embargo, en la última bola de la tarde, a los 49 del complemento, un centro pasado encontró la cabeza de Roberto Nanni. El goleador recuperó la memoria, metió un frentazo bajo y salió disparado a celebrar el gol del empate.
Texto y foto www.tycsports.com
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