Boca, una vez más, demostró que su carácter de equipo, más alla de los nombres, le basta para poner a este un turbulento River en aprietos. Tras el éxito en Mar del Plata, así volvió a darse la historia en el segundo y último superclásico del verano, en Mendoza: los pibes de Carlos Ischia, que tuvieron en el arco el regreso del Pato Abbondanzieri, derrotaron por 2-0 y sin atenuantes a un conjunto de Néstor Gorosito que sigue sin encontrar el rumbo. Y por momentos se floreó.
Ya desde el inicio, el Xeneize insinuó más. Martín Galmarini, de lateral por derecha tras su buena actuación ante San Lorenzo, arrancó con dos entradas violentas que casi lo sacan del encuentro y demostraron sus problemas en la defensa millonaria. Del otro lado, Paulo Ferrari intentaba adaptarse al costado zurdo, con menos problemas que lo esperado: Boca no se dedicó en demasía a explotar sus potenciales dificultades por ese sector. Bastaba con el lío que le hizo toda la noche al Patito.
Lo cierto es que mientras los de Néstor Gorosito apenas pisaban el área contraria, con Mauro Rosales y Radamel Falcao desconectados del resto del equipo y algún intento de Oscar Ahumada de jugar por abajo, Boca iba afinando sus engranajes. Si bien no apareció Leandro Gracián, complicaron Cristian Chávez, Juan Forlín y Nicolás Gaitán, mientras que arriba Pablo Mouche hacía de las suyas. El atacante fue quien avisó primero con un remate afuera desde la izquierda, quien la picó mano a mano frente a Juan Ojeda y le ganó el uno y quien abriría el marcador.
Antes, Matías Abelairas había tenido la única llegada millonaria con un sablazo desde la izquierda que se fue alto. Pero a los 45, Gracián habilitó a Mouche, quien quedó solo frente a la pasiva defensa de River y definió bajo y a la derecha de Ojeda.
Desde el comienzo del complemento, Boca vivió sus mejores minutos frente a un rival sin reacción alguna. Gaitán se animó a insistir aún más por la izquierda, y apareció más Viatri. El volante lo tuvo con dos tiros altos y otro al palo, y el delantero con un remate por arriba y un cabezazo que pasó cerca. Cuando a los 23 minutos Nicolás Domingo se fue expulsado por una entrada a Gracián, la suerte del encuentro pareció sentenciada.
Enseguida, Gracián mandó un tiro libre que besó el travesaño y, como para recordar que el Pato estaba presente, Paulo Ferrari cabeceó solo por la izquierda y atajó el arquero. Entonces ya había entrado Rodrigo Palacio, para sumar minutos y retomar el gustito de vestir la azul y oro. Hasta que, a los 31, no sorprendió que Facundo Roncaglia reciba tras un desborde por la izquierda y defina cruzado frente a Ojeda.
En el último tramo del choque se vio a un Boca distendido frente a un River desconcertado. Diego Barrado intentó desde lejos para que vuelva a aparecer Abbondanzieri, y el encuentro terminó con la certeza de que ni decenas de minutos más podrían cambiar la historia. El Xeneize finalizaba el verano con la sonrisa más amplia, mientras que el Millonario lo hace sumido en su crisis, agravada por las heridas propiciadas por el rival menos deseado.
Texto y foto www.tycsports.com
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