El equipo xeneize igualó 0-0 con Estudiantes y mostró un preocupante nivel colectivo e individual, a la espera del Superclásico con River. Falcioni se fue otra vez bajo una lluvia de insultos. El Pincha hizo un poco más en ataque.
No es una cuestión de actitud. O al menos no es la causa principal para este flojo momento de Boca en el torneo Inicial. Es más, por momentos el equipo tiene espasmos de actitud que generan sus escasos buenos momentos. Hay otros motivos, sin duda más importantes. Algunos le corresponden a Julio Falcioni y otros les pertenecen a sus jugadores. Algunos se emparentan con el nivel personal, otros con la asociación colectiva. Todas estas causas se volvieron a reunir en la Bombonera y la igualdad 0-0 frente a Estudiantes fue la irremediable consecuencia.
Más allá de lo psicológico o de lo que transmita en la semana, el entrenador xeneize no tiene toda la culpa de que Sánchez Miño no logre desequilibrar como antes en el mano a mano, que Paredes no pueda entregar un pase al pie del compañero, que Viatri aparezca en cuentagotas, que Silva no atropelle con su polenta o que Somoza entregue cinco pases bien y cinco pases mal. Tampoco tiene la culpa de que Clemente Rodríguez pierda una y otra vez a sus espaldas o que los volantes por derecha que renueva constantemente no cumplan en la marca ni en ataque.
Pero si tiene la culpa de muchas otras cosas. Que Sánchez Miño comience como lateral por la banda izquierda, que Colazo ingrese improvisado de lateral en la segunda parte, que se decida por arrancar el partido con un sistema 4-3-1-2 y que cambie a los 45 minutos por un 4-4-2 o que Silva y Viatri se choquen todo el tiempo. También es responsable de no encontrar alternativas para modificar el momento. El presidente Angelici dijo que ante Belgrano había visto falta de actitud. Es algo mucho más profundo. Es un poco de todo lo anterior.
Ante Estudiantes, el Xeneize volvió a decepcionar. Generó situaciones en los últimos cinco minutos del partido, sólo por ganas. Fue para adelante como pudo, a los empujones. Y lo pudo haber ganado con un remate en contra de Schunke, con un disparo de Sánchez Miño que se fue muy cerca o con un cabezazo de Schavi que rebotó en la espalda de un rival. Antes había solo generado una con una maniobra individual de Guillermo Fernández que derivo en un tirito de Viatri. Fue sólo eso en 90 minutos. En resto fue confusión, pases intrascendentes o mal dados.
Enfrente se encontró con un rival que careció de potencia ofensiva. Un rival que lo pensó bien, lo pensó por las puntas y en muchas oportunidades logró ganar. Por allí llegaron sus mejores jugadas de riesgo. En un disparo tapado a Gastón Fernández, un cabezazo de Carrillo, un mano a mano de la Gata que tapó de gran manera Orión y, la más clara, un centro de Zapata que Carrillo envió afuera desde el área chica, tras un buen cierre de Clemente. Boca tiene con qué, pero no encuentra cómo. Estudiantes sabe cómo, pero no tiene con qué en los metros finales.
Más allá de lo psicológico o de lo que transmita en la semana, el entrenador xeneize no tiene toda la culpa de que Sánchez Miño no logre desequilibrar como antes en el mano a mano, que Paredes no pueda entregar un pase al pie del compañero, que Viatri aparezca en cuentagotas, que Silva no atropelle con su polenta o que Somoza entregue cinco pases bien y cinco pases mal. Tampoco tiene la culpa de que Clemente Rodríguez pierda una y otra vez a sus espaldas o que los volantes por derecha que renueva constantemente no cumplan en la marca ni en ataque.
Pero si tiene la culpa de muchas otras cosas. Que Sánchez Miño comience como lateral por la banda izquierda, que Colazo ingrese improvisado de lateral en la segunda parte, que se decida por arrancar el partido con un sistema 4-3-1-2 y que cambie a los 45 minutos por un 4-4-2 o que Silva y Viatri se choquen todo el tiempo. También es responsable de no encontrar alternativas para modificar el momento. El presidente Angelici dijo que ante Belgrano había visto falta de actitud. Es algo mucho más profundo. Es un poco de todo lo anterior.
Ante Estudiantes, el Xeneize volvió a decepcionar. Generó situaciones en los últimos cinco minutos del partido, sólo por ganas. Fue para adelante como pudo, a los empujones. Y lo pudo haber ganado con un remate en contra de Schunke, con un disparo de Sánchez Miño que se fue muy cerca o con un cabezazo de Schavi que rebotó en la espalda de un rival. Antes había solo generado una con una maniobra individual de Guillermo Fernández que derivo en un tirito de Viatri. Fue sólo eso en 90 minutos. En resto fue confusión, pases intrascendentes o mal dados.
Enfrente se encontró con un rival que careció de potencia ofensiva. Un rival que lo pensó bien, lo pensó por las puntas y en muchas oportunidades logró ganar. Por allí llegaron sus mejores jugadas de riesgo. En un disparo tapado a Gastón Fernández, un cabezazo de Carrillo, un mano a mano de la Gata que tapó de gran manera Orión y, la más clara, un centro de Zapata que Carrillo envió afuera desde el área chica, tras un buen cierre de Clemente. Boca tiene con qué, pero no encuentra cómo. Estudiantes sabe cómo, pero no tiene con qué en los metros finales.
Texto y foto www.tycsports.com
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