El equipo de Caruso perdía por 2-0 contra Newell´s por los goles de Pérez y Muñoz, pero en el segundo tiempo lo dio vuelta a puro corazón con dos gritos de Gigliotti y otro de Bueno. Así, salió de la zona de descenso directo y la semana próxima jugará una verdadera final con Tigre.
Los brazos abajo, caras largas en todo el Nuevo Gasómetro y pesimismo. San Lorenzo estaba en la lona. Le habían aplicado más de dos cachetazos tremendos en el primer tiempo. Dos goles abajo, con mano previa en el primero, y un penal claro no cobrado por Pitana en el 0-0. Pero el equipo de Caruso Lombardi sacó fuerzas desde lo más profundo y dio vuelta un encuentro inolvidable. Fue 3-2, para salir del descenso directo y jugarse mucho contra Tigre.
El Ciclón se colocó el traje de protagonista en el inicio del encuentro a partir de la presión en la mitad de la cancha y generó un par de chances claras para ponerse en ventaja. Primero llegó un cabezazo elevado de Salgueiro desde una buena posición y luego un puntazo de Gigliotti a las manos de Peratta. Posteriormente, Buffarini, la gran figura de la cancha, la colocó en el punto del penal y Ortiz salvó ante Kalinski con la mano. El árbitro del partido no la observó.
Y llegó el primer golpe. Pablo Pérez le ganó con la ayuda de sus manos a Ortigoza, encaró de la derecha al medio y la clavó lejos de las manos de Migliore. Con la ventaja, Newell´s comenzó a hacer lo que mejor hace: tocar por abajo, abrir de un extremo al otro, descansar en los pies de Bernardi y Figueroa y jugar con la desesperación de un elenco local que perdió la brújula. A los 30, para colmo, Alvarado dio mal un pase atrás y Muñoz puso el 2-0. Contra las cuerdas.
Sobre el final, Gigliotti no logró empujarla luego de ganarle en el aire a Peratta y Buffarini disparo cerca por detrás de todos. No era la tarde de San Lorenzo. ¿O si? Fue la tarde del Ciclón, fue una tarde de descarga, una tarde para volver a creer, una tarde para olvidarse por un momento de los problemas y para festejar, gritar, sentir. Así lo vivió el equipo de Caruso, con el corazón a flor de piel, con las ganas de querer y no poder. Hasta que pudo, pese al gran pie de la Lepra.
A los 5, la esperanza. Romagnoli, quien no fue titular por algunas molestias en la rodilla, ingresó en el complemento y la rompió, ejecutó el córner, Kalinski la peinó y Gigliotti la clavó de cabeza. A los 9, el empate: Buffarini, incansable, tiró su vigésimo centro y Bueno, en la primera pelota que tocó tras reemplazar a Alvarado, pegó un salto olímpico y la puso lejos de Peratta. El Gasómetro temblaba. Pero a la gente del Ciclón le faltaba el grito final.
El mano a mano que desperdició Bueno a los 23 y la increíble situación que despedició Gigliotti solo con el arco a los 33 parecieron cerrar el cotejo. Newell´s nunca perdió la calma y, pese a no llegar, siempre entregó una imagen de precisión. Pero no generó casi nada, mientras que su rival se jugó a todo o nada y lo superó con garra. Finalmente, a los 42, locura: luego de un disparo de Bueno que reventó el ángulo, Gilgiotti clavó un centro de Romagnoli para el 3-2.
El Ciclón se colocó el traje de protagonista en el inicio del encuentro a partir de la presión en la mitad de la cancha y generó un par de chances claras para ponerse en ventaja. Primero llegó un cabezazo elevado de Salgueiro desde una buena posición y luego un puntazo de Gigliotti a las manos de Peratta. Posteriormente, Buffarini, la gran figura de la cancha, la colocó en el punto del penal y Ortiz salvó ante Kalinski con la mano. El árbitro del partido no la observó.
Y llegó el primer golpe. Pablo Pérez le ganó con la ayuda de sus manos a Ortigoza, encaró de la derecha al medio y la clavó lejos de las manos de Migliore. Con la ventaja, Newell´s comenzó a hacer lo que mejor hace: tocar por abajo, abrir de un extremo al otro, descansar en los pies de Bernardi y Figueroa y jugar con la desesperación de un elenco local que perdió la brújula. A los 30, para colmo, Alvarado dio mal un pase atrás y Muñoz puso el 2-0. Contra las cuerdas.
Sobre el final, Gigliotti no logró empujarla luego de ganarle en el aire a Peratta y Buffarini disparo cerca por detrás de todos. No era la tarde de San Lorenzo. ¿O si? Fue la tarde del Ciclón, fue una tarde de descarga, una tarde para volver a creer, una tarde para olvidarse por un momento de los problemas y para festejar, gritar, sentir. Así lo vivió el equipo de Caruso, con el corazón a flor de piel, con las ganas de querer y no poder. Hasta que pudo, pese al gran pie de la Lepra.
A los 5, la esperanza. Romagnoli, quien no fue titular por algunas molestias en la rodilla, ingresó en el complemento y la rompió, ejecutó el córner, Kalinski la peinó y Gigliotti la clavó de cabeza. A los 9, el empate: Buffarini, incansable, tiró su vigésimo centro y Bueno, en la primera pelota que tocó tras reemplazar a Alvarado, pegó un salto olímpico y la puso lejos de Peratta. El Gasómetro temblaba. Pero a la gente del Ciclón le faltaba el grito final.
El mano a mano que desperdició Bueno a los 23 y la increíble situación que despedició Gigliotti solo con el arco a los 33 parecieron cerrar el cotejo. Newell´s nunca perdió la calma y, pese a no llegar, siempre entregó una imagen de precisión. Pero no generó casi nada, mientras que su rival se jugó a todo o nada y lo superó con garra. Finalmente, a los 42, locura: luego de un disparo de Bueno que reventó el ángulo, Gilgiotti clavó un centro de Romagnoli para el 3-2.
No será un partido más para San Lorenzo. Puede marcar un click en la cabeza de muchos, puede ser decisivo de acá al final. Pudo haber sido en golpe final, pudo haber sido una tarde para el olvido. Fue una tarde para el recuerdo para el elenco de Caruso. Fue uno de los mejores partido del torneo Clausura. Para Newell´s fue su segunda derrota consecutiva, fue una chance despediciada para subirse a lo más alto del campeonato.
Texto y foto www.tycsports.com
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