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domingo, 9 de noviembre de 2008

Arsenal 0 Boca Juniors 1

El ídolo Xeneize metió un tiro libre en el último minuto y consiguió una victoria inmerecida para los de Ischia que extendieron su racha ganadora a cinco partidos y se mantienen en lo más alto.

Juan Román Riquelme tenía un mal partido con Arsenal. Se lo notaba incómodo, intermitente y hasta agotado. Su presencia en la cancha se debía a los galones que ostenta y, claro, a la esperanza que en una jugada definiese el partido. Y eso pasó, en el último minuto y con un tiro libre que sirvió para tapar todo lo malo que mostró Boca en general y el mismo Riquelme en particular. Cosas que pasan sólo con los ídolos y los distintos.
Claro, antes hubo un partido en el que se vio un Boca previsible y un Arsenal que de tanto preservar su orden se convirtió en mezquino. Es indudable la influencia de Riquelme en el conjunto de Ischia. Tanto que cuando el 10 tiene una mala tarde la mayoría de sus compañeros también, tal fue el caso de los voluntariosos Dátolo y Noir.
Al local pareció faltarle presencia ofensiva y por ello el peligro pasó casi exclusivamente por la pelota parada. Los minutos corrían y los cerrojos no se abrían. Encima Campestrini se mostraba seguro al igual que García.
Ischia fue el primero en apelar al banco. Mandó a Mouche primero, a Gaitán después y a Gracián al final. Sólo el segundo gravitó y sacudió la modorra con una buena jugada que encontró respuesta a la misma altura por parte del arquero local.
Los minutos finales encontraron mejor parado a Arsenal, pero los de Garnero cometieron el error de dejar un tiro libre en posición de diestro cerca del área. Y allí estaba Riquelme con su categoría a cuestas para definir el partido y hacer salir el sol en medio de penumbras.
Texto y foto www.tycsports.com

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