Nacieron en el mismo barrio a principios del Siglo XX y rápidamente se convirtieron en grandes adversarios. Se enfrentaron por primera vez el 24 de agosto de 1913 y ganó el Millonario. El Xeneize recién logró su primera victoria el 18 de septiembre de 1918.
Por Leandro Berubi
El destino quiso que River y Boca nacieran en el mismo país, en la misma ciudad, en el mismo barrio. En los comienzos del Siglo XX eran vecinos, transitaban las mismas calles, compartían los mismos rincones, pero la comunidad les duró poco y rápidamente se transformaron en grandes rivales.
El Club Atlético River Plate se creó el 25 de mayo de 1901 tras la fusión de los equipos Santa Rosa y La Rosales y luego de desechar el nombre Juventud Boquense propuesto por uno de los socios fundadores. Disputó sus primeros partidos en la Dársena Sud del Puerto de Buenos Aires, en el barrio de La Boca, donde el 3 de abril de 1905 hizo su aparición el Club Atlético Boca Juniors.
River tuvo que emigrar del Puerto y peregrinó por Sarandí y Caballito hasta regresar nuevamente a La Boca, donde tuvo su estadio hasta 1923. Ese año debió abandonar los terrenos y se mudó a Palermo, de donde se marchó en 1938 para asentarse en Núñez. Boca, en cambio, resistió y permaneció en el barrio.
El primer superclásico se disputó el 24 de agosto de 1913, en la cancha de Racing, y River venció 2-1 a Boca con goles de C. García y Ameal Pereyra, mientras que Marcos Mayer anotó para el Xeneize. Recién el 18 de septiembre de 1918, tras siete partidos, Boca logró su primer triunfo al imponerse por 1-0 con tanto de Brichetto. Luego del encuentro que se llevó a cabo el 27 de julio de 1919 hubo que esperar hasta el 4 de diciembre de 1927 para que se vuelvan a ver las caras. En el medio se produjo la división del fútbol argentino y los clubes más grandes compitieron en torneos diferentes, ya que Boca se quedó en la Asociación Argentina y River se metió en la Asociación Amateur.
Desde hace tiempo que ya no comparten el barrio, el lugar en el mundo que los unió y los dividió por siempre. A lo largo de todos estos años se han escrito millones de historias sobre este duelo que se gestó en los inicios del Siglo XX y que perdurará por toda la vida. No importa dónde jueguen, quiénes vistan la camiseta de uno y otro ni los antecedentes, cada capítulo despierta una nueva ilusión.
Ganar el superclásico se ha convertido en un objetivo en sí mismo. Es el partido del año, el que todos quieren jugar y el que nadie quiere perder. El triunfo representa la salvación, la redención o la coronación. La derrota trae aparejada sufrimiento, humillación y cargadas. Una victoria se festeja como un título, una caída no se olvida fácilmente.
Pasan los años, los enfrentamientos, los triunfos de uno, las victorias del otro, los empates, los partidos emocionantes, los encuentros aburridos, las historias alegres y pintorescas, los hechos tristes y dramáticos. Boca no puede vivir sin River, River no puede vivir sin Boca. La Argentina no puede prescindir de este superclásico.
Texto y foto http://www.tycsports.com/
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