El Ciclón cosechó su primer punto en el año frente a los brasileños, aunque el resultado lo deja complicado de cara a los que viene en la Copa Libertadores. Otra vez generó muchas chances pero no pudo concretar ninguna.
San Lorenzo no sólo jugó contra el Cruzeiro en esta noche calurosa. Lo hizo además contra sus urgencias, la presión de ganar traducida en un vertiginoso apuro. Esa necesidad de sacar una ventaja que le dé aire ante su gente apareció nítida en la actitud del conjunto de Ramón Díaz y tal vez, entre su influencia y la mala suerte, confabuló contra el aprovechamiento de las óptimas condiciones para atacar que gozó en buena parte del partido. En el mismo inicio, Gonzalo Bergessio enfrentó con toda su humanidad al arquero Fabio, lo dejó en el camino y no logró conectar bien el balón para cerrar la jugada, en una metáfora de lo que seguiría. Un jugador clave en todos esos ataques, el único en equiparar esa potencia con una cuota de ideas, fue Andrés D´Alessandro. El obligó al esfuerzo a Fabio con un córner que pretendió ser olímpico, metió un tiro libre en el palo cuando todos esperaban el centro y apareció por la izquierda con un disparo que se fue cerca. Sin embargo, después de la primera mitad de la etapa, la efusividad local se diluyó. Del lado brasileño fallaba siempre la puntada final, menos en el minuto 39, un instante no apto para azulgranas cardíacos. Allí, Cruzeiro hiló una jugada fantástica que terminó en una asistencia de taco para Wagner. Este, cara a cara con Agustín Orión, lo fusiló dos veces, pero en ambas logró tapar el uno argentino. Si el segmento inical había tenido un ritmo notable, ni hablar del complemento. San Lorenzo repitió su papel del obligado a triunfar y se perdió goles increíbles mediante el juego aéreo, aunque los brasileños no se quedaron atrás, de la mano de Fabricio, a la hora de coquetear con un gol que hubiera sido catastrófico para el Azulgrana. Andrés Silvera fue el primero en ponerle la cabeza a una situación, con el balón perdiéndose cerca. El mismo Cuqui, después, protagonizó la más clara, saltando sin oposición para que Fabio se luzca con una atajada imposible. El ingresado y aclamado Bernardo Romeo sumó luego su testazo, defectuoso y apenas desviado, y por último Aureliano Torres desperdió el suyo, de sobrepique y también alto. Entremedio, Cruzeiro amenzazó con una diagonal de Ramires que terminó con un disparo sin puntería y con una escapada de Fabricio que desembocó en un cabezazo de Marcel, sin fortuna por muy poco. En los últimos minutos, y pese a que no se descorazonó, el Ciclón perdió claridad. El 0-0, aunque injusto, ya era un hecho ante su propia gente, ésa que sin ignorar el fastidio se volcó en masa hacia el constante aliento. Parece una racha maldita la que sufre San Lorenzo, el equipo al que el año del centenario le cerró el arco de punta a punta. Y al que amenaza con apagarle las ilusiones más temprano que tarde.
Texto y foto www.tycsports.com
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