Es cierto que al fútbol no se gana sólo con la camiseta ni con nombres y tampoco por la historia. Todos los partidos hay que jugarlos. Y subestimar a un rival, cualquiera sea su nombre, es un error que puede costar muy caro. Lo importante es llegar a un equilibrio para valorar los logros y sacar conclusiones que permitan mejorar de cara a lo que se viene. La goleada de Boca ante Guaraní hay que remarcarla, pero también reconocer que era esperada. Por eso, el análisis debe ser mucho más profundo y abarcar al funcionamiento futbolístico que a pesar de los resultados sigue bajo la lupa.
Esa paciencia que destacó Arruabarrena para no perder la calma ante la imposibilidad de abrir el marcador también puede explicarse como la falta de vértigo que este equipo demuestra en cada una de sus presentaciones. Por lo general se hace protagonista por el manejo de la pelota, pero le cuesta mucho lastimar. En San Juan no fue la excepción y el gol recién llegó en el final del primer tiempo y tras una gran jugada colectiva: la tocaron todos menos Calleri y Pablo Pérez habilitó con una sutileza a Gago, autor de una verdadera joya que quizá le permita ganar en confianza para volver a ser el que fue.
Ya con la ventaja de dos goles, todo se hizo más sencillo. Los espacios y la tranquilidad le permitieron hacer correr los minutos sin sobresaltos y estirar la diferencia para redondear un resultado justo. La distancia pudo haber sido aún más amplia si no se hubiera sancionado la inexistente posición adelantada a Tevez cuando quedaba mano a mano con al arquero o si Beligoy hubiese sido riguroso con el juego brusco del rival. El tema de los arbitrajes sigue siendo preocupante y los dirigentes deben estar atentos a esta alarma que comenzó a sonar hace ya un tiempo y que amenaza seriamente los intereses del club.
La Copa Argentina se presenta como una buena oportunidad para Boca en un semestre en el que el principal objetivo es el campeonato. El sorteo y el andar del resto de los equipos le permitieron tener -desde la previa- cruces accesibles. Y lo mismo sucederá en la próxima instancia. Sin embargo, esta clase de favoritismo es también un riesgo para el más poderoso, que tiene mucho para perder y poco por ganar. Hasta el momento se cumplió con la lógica. A este camino que parece más allanado que otros todavía le quedan tres escalones y habrá que pisar con firmeza para evitar sorpresas inesperadas.
Texto www.tycsports.com
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