El Rojo, que tuvo la iniciativa pero fue inocuo, igualó 1-1, llegó a 17 partidos sin victorias y sigue último en la tabla de promedios. Borghello (ST 22m) abrió el marcador, mientras que Farías (ST 38m) decretó la igualdad. Los de Gallego recibirán el martes a Liverpool de Uruguay por la Copa Sudamericana.
Independiente igualó 1-1 con All Boys en el estadio Libertadores de América, en uno de los duelos de la octava fecha del Torneo Inicial y prolongó su infierno: suma 17 partidos sin ganar, está último en la tabla de promedios y aún no encuentra una identidad futbolística. Pudo ser peor para los de Gallego, que perdían inmerecidamente y rescataron un punto con gusto a nada.
El Tolo estrenó un 4-2-3-1 que dio réditos parciales en la primera media hora de juego. El sistema funcionó a medias porque Vargas y Battión dominaron el centro, los laterales Vallés y el debutante Trejo estuvieron atentos a los volantes externos rivales y tanto Villafáñez como Ferreyra abrieron la cancha por afuera. ¿Qué faltó, entonces? La resolución dentro del área, porque el nexo con Farías estuvo roto. En definitiva, lo más importante.
De esta manera, Independiente fue amo y señor en el periodo inicial, pero no logró crear chances claras de gol frente a Cambiasso. Faltó creatividad para terminar las jugadas de ataque y coronar el esfuerzo que había realizado el medio en la presión. En tanto, lo del Albo fue pobre y mezquino, porque sólo apeló a pelotazos largos para la cabeza de Matos y el pique de Borghello. Aunque con faltas tácticas y orden, el visitante se mantuvo de pie y minó el entusiasmo de un Independiente inocuo.
Poco cambió en el complemento. Independiente probó con una lluvia de centros que tuvieron poca precisión, mientras que el Albo sólo se arrimó con un par de tiros libres. Toda la ilusión roja se destiñó a medida que el equipo se arrimaba al área. Y Farías confirmó su pésimo momento al despilfarrar una oportunidad nítida frente al arquero, tras un centro de Ferreyra. La falta de contundencia del goleador es uno de los argumentos que explican por qué el Rojo no puede ganar.
Gallego cambió piezas a los 15: Rosales y Vidal por Vargas y Villafañez. Se potenciaba la búsqueda del anfitrión por las bandas. Hasta que a los 22 llegó el baldazo de agua fría: Matos picó ante la pasividad de la defensa y se fue solo hacia el arco de Navarro. A su derecha apareció Borghello, quien mandó la pelota a la red y silenció al estadio por unos segundos. Si la urgencia era extensa con el empate, el drama tocó las nubes con la desventaja en el marcador.
Cuando empezaba a sentir el dolor por una nueva derrota, Independiente encontró una igualdad merecida gracias a Farías, que rompió su sequía tras tomar el rebote en el palo tras un tiro de Vidal. Una cuota de suerte para el centrodelantero, que pudo maquillar su pobre imagen. En el final, el atrevimiento de Vidal mantuvo con vida la esperanza de romper la mufa del Rojo. Pero, como hace 17 partidos, la victoria gambeteó a un Diablo que se está quemando en su propio infierno.
El Tolo estrenó un 4-2-3-1 que dio réditos parciales en la primera media hora de juego. El sistema funcionó a medias porque Vargas y Battión dominaron el centro, los laterales Vallés y el debutante Trejo estuvieron atentos a los volantes externos rivales y tanto Villafáñez como Ferreyra abrieron la cancha por afuera. ¿Qué faltó, entonces? La resolución dentro del área, porque el nexo con Farías estuvo roto. En definitiva, lo más importante.
De esta manera, Independiente fue amo y señor en el periodo inicial, pero no logró crear chances claras de gol frente a Cambiasso. Faltó creatividad para terminar las jugadas de ataque y coronar el esfuerzo que había realizado el medio en la presión. En tanto, lo del Albo fue pobre y mezquino, porque sólo apeló a pelotazos largos para la cabeza de Matos y el pique de Borghello. Aunque con faltas tácticas y orden, el visitante se mantuvo de pie y minó el entusiasmo de un Independiente inocuo.
Poco cambió en el complemento. Independiente probó con una lluvia de centros que tuvieron poca precisión, mientras que el Albo sólo se arrimó con un par de tiros libres. Toda la ilusión roja se destiñó a medida que el equipo se arrimaba al área. Y Farías confirmó su pésimo momento al despilfarrar una oportunidad nítida frente al arquero, tras un centro de Ferreyra. La falta de contundencia del goleador es uno de los argumentos que explican por qué el Rojo no puede ganar.
Gallego cambió piezas a los 15: Rosales y Vidal por Vargas y Villafañez. Se potenciaba la búsqueda del anfitrión por las bandas. Hasta que a los 22 llegó el baldazo de agua fría: Matos picó ante la pasividad de la defensa y se fue solo hacia el arco de Navarro. A su derecha apareció Borghello, quien mandó la pelota a la red y silenció al estadio por unos segundos. Si la urgencia era extensa con el empate, el drama tocó las nubes con la desventaja en el marcador.
Cuando empezaba a sentir el dolor por una nueva derrota, Independiente encontró una igualdad merecida gracias a Farías, que rompió su sequía tras tomar el rebote en el palo tras un tiro de Vidal. Una cuota de suerte para el centrodelantero, que pudo maquillar su pobre imagen. En el final, el atrevimiento de Vidal mantuvo con vida la esperanza de romper la mufa del Rojo. Pero, como hace 17 partidos, la victoria gambeteó a un Diablo que se está quemando en su propio infierno.
Texto www.tycsports.com
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