El conjunto argentino se impuso por 45-16, sumó punto bonus y se acomodó en el segundo puesto, con un lugar prácticamente asegurado para los cuartos de final cuando resta el choque con Namibia.
El inicio de la penúltima presentación argentina en la etapa de grupos se presentó favorable al conjunto del Pacífico Sur, con una clara estrategia de proponer el contacto donde se conocen superiores a los argentinos.
Y en ese planteo mostraron un esquema ordenado ya que buscaban el centro de la cancha para el primer impacto, ya sea armando células de ataque, ya sea siendo frontales con sus centros. Allí lograban el primer desplazamiento porque los Pumas no conseguían detenerlos en la línea de ventaja.
De esta forma iban penetrando la retaguardia de los nuestros y lograban nuclearlos en sectores del terreno liberando espacios para la segunda ola ofensiva.
Con un manejo de pelota que ha mejorado ostensiblemente mantenían el control y generaban notables dificultades para los criollos que no podían recuperarla. Llegó así la primera conquista producto de una jugada de varias fases y continuidad.
En tanto, con posesión propia Argentina no conseguía rápida liberación, lo que favorecía el reposicionamiento defensivo de los isleños que siempre sacaban el mejor rédito en el uno a uno. La línea de backs del ganador no iba a buscar arriba en el campo con lo que los tonganos recibían la pelota con varios metros de carrera. Y esa ventaja era demasiada.
Y en ese planteo mostraron un esquema ordenado ya que buscaban el centro de la cancha para el primer impacto, ya sea armando células de ataque, ya sea siendo frontales con sus centros. Allí lograban el primer desplazamiento porque los Pumas no conseguían detenerlos en la línea de ventaja.
De esta forma iban penetrando la retaguardia de los nuestros y lograban nuclearlos en sectores del terreno liberando espacios para la segunda ola ofensiva.
Con un manejo de pelota que ha mejorado ostensiblemente mantenían el control y generaban notables dificultades para los criollos que no podían recuperarla. Llegó así la primera conquista producto de una jugada de varias fases y continuidad.
En tanto, con posesión propia Argentina no conseguía rápida liberación, lo que favorecía el reposicionamiento defensivo de los isleños que siempre sacaban el mejor rédito en el uno a uno. La línea de backs del ganador no iba a buscar arriba en el campo con lo que los tonganos recibían la pelota con varios metros de carrera. Y esa ventaja era demasiada.
Los de Hourcade tampoco hacían pie en el fijo, una formación que resultaba pareja y donde se cometieron algunas infracciones.
Pero bastó que el seleccionado nacional empezara a atacar por espacios no convencionales para generar los huecos que, aprovechados por la velocidad de los portadores, comenzaron a marcar las diferencias. Variar el juego y tratar de disponer rápidamente de la ovalada en las formaciones provocaba un desequilibrio en la ahora lenta respuesta defensiva tongana.
Surgieron como rayos Cordero, Tuculet e Imhoff, los tres de atrás que con algo de luz son desequilibrantes, y los rioplatenses tenían, ya a los veinte minutos, el control del partido.
En el siguiente lapso lograron una buena ventaja, pero a falta del último cuarto del primer parcial, otra vez el rigor físico de Tonga volvió a lastimar la defensa argentina; sólo con controlar la pelota y mantenerla en sus incursiones profundas les bastó a los de camiseta roja para vulnerar otra vez el ingoal adversario.
La segunda etapa llegó con algo de desorden por ambos lados. Respetando su plan de juego ambos equipos se prestaban el control de la ovalada y por lo tanto el del encuentro.
Desde el inicio el perdedor salió a jugar sus últimas cartas con el argumento de siempre, percusión y penetración para generar las brechas; pero con algunas fallas en la concentración perdía algunas pelotas que los nuestros aprovechaban para contratacar. Se multiplicaron las infracciones de los dos equipos; el pateador tongano no estuvo demasiado feliz en sus envíos a los palos lo que les dio cierto oxígeno adicional a los vencedores.
Los criollos empezaron a desprenderse de la pelota a través de patadas y esto les daba chance a los vencidos de venirse desde atrás con sus ataques por el eje. Pero el cansancio comenzó a hacer mella en los isleños a quienes les costaba bloquear un cambio de paso o de carrera de los nuestros y además crecieron las oportunidades de recuperar la posesión en las móviles (allí se destacó sobre todo el capitán Creevy), en función de que la Argentina trasladó su marca algo más arriba y le quitaba posibilidades de aprovechar su potencia.
El final llegó con un rendimiento a toda orquesta del equipo de Hourcade. Fiel a su convicción, con el desafío ya decidido jugó hasta la última pelota para terminar en el ingoal rival.
Aceptable tarea de los Pumas. Superaron un escollo más en su carrera hacia cuartos. La matemática todavía no confirma la clasificación, pero es una cuestión de tiempo.
Pero bastó que el seleccionado nacional empezara a atacar por espacios no convencionales para generar los huecos que, aprovechados por la velocidad de los portadores, comenzaron a marcar las diferencias. Variar el juego y tratar de disponer rápidamente de la ovalada en las formaciones provocaba un desequilibrio en la ahora lenta respuesta defensiva tongana.
Surgieron como rayos Cordero, Tuculet e Imhoff, los tres de atrás que con algo de luz son desequilibrantes, y los rioplatenses tenían, ya a los veinte minutos, el control del partido.
En el siguiente lapso lograron una buena ventaja, pero a falta del último cuarto del primer parcial, otra vez el rigor físico de Tonga volvió a lastimar la defensa argentina; sólo con controlar la pelota y mantenerla en sus incursiones profundas les bastó a los de camiseta roja para vulnerar otra vez el ingoal adversario.
La segunda etapa llegó con algo de desorden por ambos lados. Respetando su plan de juego ambos equipos se prestaban el control de la ovalada y por lo tanto el del encuentro.
Desde el inicio el perdedor salió a jugar sus últimas cartas con el argumento de siempre, percusión y penetración para generar las brechas; pero con algunas fallas en la concentración perdía algunas pelotas que los nuestros aprovechaban para contratacar. Se multiplicaron las infracciones de los dos equipos; el pateador tongano no estuvo demasiado feliz en sus envíos a los palos lo que les dio cierto oxígeno adicional a los vencedores.
Los criollos empezaron a desprenderse de la pelota a través de patadas y esto les daba chance a los vencidos de venirse desde atrás con sus ataques por el eje. Pero el cansancio comenzó a hacer mella en los isleños a quienes les costaba bloquear un cambio de paso o de carrera de los nuestros y además crecieron las oportunidades de recuperar la posesión en las móviles (allí se destacó sobre todo el capitán Creevy), en función de que la Argentina trasladó su marca algo más arriba y le quitaba posibilidades de aprovechar su potencia.
El final llegó con un rendimiento a toda orquesta del equipo de Hourcade. Fiel a su convicción, con el desafío ya decidido jugó hasta la última pelota para terminar en el ingoal rival.
Aceptable tarea de los Pumas. Superaron un escollo más en su carrera hacia cuartos. La matemática todavía no confirma la clasificación, pero es una cuestión de tiempo.
Texto y foto www.tycsports.com
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