El Sumo Pontífice fue recibido en el aeropuerto de Río de Janeiro por la presidente Dilma Rousseff. Luego comenzó a recorrer las calles de la ciudad. Estará en ese país hasta el próximo domingo en el marco de las Jornadas de la Juventud
Al bajar de la escalerilla de la nave, Francisco fue recibido cálidamente por la presidente del Brasil, Dilma Rousseff, mientras un coro de niños y jóvenes le cantaba canciones, entre ellas, Cidade maravilhosa. No hubo discursos en el aeropuerto porque la recepción oficial tendrá lugar en el Palacio de Guaraniba, donde está previsto que Francisco dé su primer discurso como Papa en tierra americana.
Contra lo que se dijo en un momento, finalmente el Papa se desplaza en un auto común, cuyo modelo y tamaño contrasta además fuertemente con los que son de rigor en los en los desplazamientos de jefes de Estado, incluso de los países menos desarrollados.
El trayecto desde el aeropuerto es de 8 km, que el Papa recorrió en su mayor parte en un pequeño vehículo cerrado, hasta la catedral de Río donde abordó un papamóvil para pasar entre la gente en el segundo tramo hasta donde lo espera Rousseff.
El primer papa latinoamericano de la historia, de 76 años, ha mostrado su fuerte carisma y dado muestras de que busca una Iglesia más simple y más cercana a los pobres desde que fue entronizado en marzo, tras la sorpresiva renuncia de Benedicto XVI.
Francisco presidirá la Jornada Mundial de la Juventud del 23 al 28 de julio en Río, un "Woodstock católico" como se la ha llamado, a la que asistirán cerca de 1,5 millones de personas. También viajará a Aparecida, el mayor santuario católico de Brasil, en el estado de San Pablo.
El contacto del papa con los jóvenes será sin gran pompa. Se prevé que sus actos improvisados y su voluntad de "oler a oveja" como su rebaño -como él mismo dice- pongan a prueba los servicios de seguridad, por ejemplo cuando visite el jueves una pequeña favela gris y plana de la zona norte de Rio, o cuando presencie el viernes representaciones de las 14 estaciones del vía crucis en la avenida que bordea la playa de Copacabana.
El papa llega a Brasil poco después de las históricas manifestaciones de junio por mejores servicios públicos, contra la corrupción y los gastos del Mundial de fútbol de 2014, y que terminaron muchas veces en violentos enfrentamientos con la policía, saqueos y destrozos.
Ateos brasileños y el grupo Anonymous Río, uno de los organizadores de las protestas de junio, también ha convocado para el lunes, el día de la llegada del pontífice a Río, a una manifestación contra el gasto púbico de unos US$53 millones -un tercio del presupuesto total-, que implica su visita y la organización de la JMJ en Río.
Pero el Vaticano no se muestra preocupado, y varios expertos destacan que la prédica de Francisco en defensa de los más desposeídos tiene mucha sintonía con los manifestantes.
América Latina, donde Francisco nació y vivió casi toda su vida, es la región con más católicos del mundo, cerca de 40 por ciento. En Brasil, el último censo de 2010 señala que representan el 64,6% de la población, contra 91,8% en 1970. Pero una encuesta de la empresa Datafolha publicada el domingo indica que la sangría de fieles ha seguido y que actualmente son un 57 por ciento.
Los evangélicos, en tanto, no paran de crecer y son más de 20% de la población latinoamericana, apoyados por su hábil manejo de la televisión y las redes sociales y una extensa red de templos. Sólo en Brasil aumentaron de 5,2% de la población en 1970 a 22,2% en 2010 (42,3 millones), según el censo de 2010.
En Honduras, el país más violento del mundo, cientos de miles de evangélicos colmaron en la noche del sábado 18 estadios de fútbol para orar por "una nueva nación" de "unidad y prosperidad".
El papa Francisco conoce bien el desafío de la Iglesia en la región. Defiende el acercamiento a Jesús y su espíritu misionero.
"Todos los que vienen a Río quieren escuchar a Jesús. Y quieren preguntarle: Jesús, ¿qué debo hacer de mi vida? ¿Cuál es el camino para mí?", dijo el pontífice el domingo en la oración del Angelus en la plaza de San Pedro.